La historia de este demonio comenzó en el momento de su escape del infierno. Sin permiso alguno y sin que nadie lo notara en el momento logró aquel cometido que había tenido en su mente desde hacía ya mucho tiempo, escapando al mundo humano. Al llegar a este lugar busca un cuerpo que sirviera como receptaculo humano, el cual tomo en posesión sin remordimiento de aquello que quitara a esa vida.

Fue así que con ese cuerpo en el año 1888 en Londres, Inglaterra, tomó la vida de 7 cuerpos, específicamente de mujeres prostitutas, las cuales mutiló a sangre fría dejando solo cuerpos destrozados en su totalidad, la mayoría con sus cuellos abiertos en dos partes y su parte abdominal abierta por la mitad, del cual retiraba solo por diversión alguno de sus órganos. Disfrutaba de los gritos por piedad y de las expresiones que estas colocaban al momento de su muerte, el terror y la desesperación en sus ojos, cosas que eran dignas de ver directamente con una amplia sonrisa de satisfacción. Todo era solamente una diversión para él.

Su nombre, había sido el de “Jack el destripador” dado por aquellos humanos que vivían en el lugar, nunca nadie había podido verlo, no habían podido acercarse a él ni mucho menos capturarlo, por lo que su repentina desaparición había sido un gran enigma que nadie entendía. Se había ido así como había llegado. Nadie sabía que la verdadera causa de su desaparición había sido su propia raza, los demonios que habían ido a buscarle por aquel gran alboroto que había causado. Aquellos actos que había causado estaban prohibidos más por el hecho que su salida no había sido permitida, siendo su castigo dado por el mismo Lucifer demostrando que nadie podía desacatar sus ordenes y mandatos, haciendo que arrancaran sus ojos, uno a uno para que sintiera aquel sufrimiento y luego cortaran su lengua colocando luego una gran compresa metálica en su cabeza tapando aquel rostro ya deformado por los cortes sellando su alma de demonio junto al cuerpo humano con aquella compresa, ya no podría salir de allí por el resto de su vida.

Las torturas luego su castigo continuó, dejando que sintiera por siglos aquellas cosas que él mismo hacía al mutilar a sus víctimas, hasta ser soltado y exiliado en la tierra sin posibilidad alguna de que volviera. Vagando así por años hasta llegar a Brujas, situado en Bélgica, un lugar donde encontró aquello que buscaba para quedarse entre las sombras, donde nadie pudiera encontrarle nuevamente.