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Título de trama
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Espacio libre
[Privado|Caliel] The sweet Angel and the girl of the night Miér Ago 06, 2014 9:22 amJulia V.[Akasha]
Astrid
P.B :
Choi Sulli
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MinShie
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Fecha de inscripción :
19/01/2013
Humor :
Una bomba de tiempo
Los días se convirtieron en semanas, pesadas y largas semanas, aun no lograba hacer ningún avance con los proyectos que debía entregar al supervisor del trabajo de interna. ¡Felicidades a mí! La única chica que trabaja solo por experiencia y no por paga… Fácilmente saldría una mariposa voladora de mi bolsillo, mordí la punta del lápiz caminando lentamente por todo el pasillo y buscando un lugar donde pudiera renacer mi vena creativa, esa que seguro ya no poseía ningún flujo sanguíneo. Me deslice alrededor de los mullidos muebles del salón de música cayendo con todo el peso sobre ellos, eran cómodos y se respiraba un ambiente extraño, pronto mis manos trazaron un diseño seguido de otro, me sentía demasiado realizada incluso con aquella enorme sonrisa brillante que no había sido parte de mi vida por muchas semanas.
―Lo hice― chille emocionada cerrando mi libreta y corriendo a la cocina por un pedazo de tarta, me había asegurado de dejarla allí con anterioridad que sería de mi vida sin el azúcar, las fresas y la crema. La mayoría de las personas que habitaban en esa mansión parecía que una sombra negra les absorbió el espíritu, sus rostros serios, facciones cansadas me eran hasta cierto punto algo cansada, ''Me gustaría que organizáramos una fiesta'' pensaba en esa idea pero tener que hablar con Mr. Frialdad no estaba en mis planes. Tararee lentamente una melodía de moda en el mundo normal, en el que habitaban aquellas criaturas inconscientes de su naturaleza.
Empuje la puerta entrando al salón y topándome con alguien que no estaba allí cuando entre, mi primera reacción fue arrugar la nariz ―Hola― musite intentando no reír por cómo le había llamado anteriormente en mi mente. ―¿Qué haces aquí?― pregunte dejándome caer en el mueble al tiempo que ponía la tarta sobre la mesa. ―Quita esa cara sonreír no te haría mal, lo sabes.― me encogí de hombros pasando mis manos por el cabello, se me había acabado la inspiración de golpe. Aunque debía tener consiente esa persona me enseñaría a controlar todas aquellas habilidades con las que no me sentía cómoda, seguro esperaba que yo pidiera algo como eso, ¿Era mi deber pedirlo? No estaba segura.
―Lo hice― chille emocionada cerrando mi libreta y corriendo a la cocina por un pedazo de tarta, me había asegurado de dejarla allí con anterioridad que sería de mi vida sin el azúcar, las fresas y la crema. La mayoría de las personas que habitaban en esa mansión parecía que una sombra negra les absorbió el espíritu, sus rostros serios, facciones cansadas me eran hasta cierto punto algo cansada, ''Me gustaría que organizáramos una fiesta'' pensaba en esa idea pero tener que hablar con Mr. Frialdad no estaba en mis planes. Tararee lentamente una melodía de moda en el mundo normal, en el que habitaban aquellas criaturas inconscientes de su naturaleza.
Empuje la puerta entrando al salón y topándome con alguien que no estaba allí cuando entre, mi primera reacción fue arrugar la nariz ―Hola― musite intentando no reír por cómo le había llamado anteriormente en mi mente. ―¿Qué haces aquí?― pregunte dejándome caer en el mueble al tiempo que ponía la tarta sobre la mesa. ―Quita esa cara sonreír no te haría mal, lo sabes.― me encogí de hombros pasando mis manos por el cabello, se me había acabado la inspiración de golpe. Aunque debía tener consiente esa persona me enseñaría a controlar todas aquellas habilidades con las que no me sentía cómoda, seguro esperaba que yo pidiera algo como eso, ¿Era mi deber pedirlo? No estaba segura.
Berrik [L.Joe]
Sarafan Magna Inmundus
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Lee Byung Hun
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Nirvana
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12/05/2013
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31
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Un Frio Invierno
No había ni transcurrido todavía la mitad de este día y el joven mestizo ya estaba algo cansado tanto físicamente como mentalmente, debido a que la noche anterior se había acostado algo tarde ya que mientras estudiaba no se figaba de cómo el tiempo pasaba rápido. Además que se había tenido que levantar a muy tempranas horas de la mañana este día para ir a la universidad a presentar un examen final que tenía el valor de un treinta cinco por ciento de la materia. Suerte que ese examen no fue gran problema para él que se la mantenía siempre al pendiente de sus estudios. Aunque también tenía que compartir ese tiempo con su trabajo de medio de cómo mesero con vestimenta de Butle en una cafetería y el tener que estudiar los libros históricos entre otras cosas en la Biblioteca secreta de la mansión.
Por fin había llegado a la mansión el joven mestizo, eso le hizo sentir más tranquilo y relajado, ya que había algo en ese lugar que le encantaba. Suerte que con la ayuda de varios miembros que habitaban en la mansión se pudo dar hacer el esfuerzo y dar una leve remodelación al exterior de la mansión y a una que otras áreas de esta.
Subió directo hasta su habitación donde dejo su libreta, luego salió tranquilamente y se dirigió hasta la biblioteca donde busco una pequeña banqueta que puso frente a uno de los enormes libreros. Ayudándolo a llegar a un libro rojo que tenía en negro la palabra Dhampir en la portada. El joven mestizo lo que hizo fue medio saca de este. Para luego ir a otro librero igual de grande y usar la banqueta para hacer lo mismo con un libro morado que decía con letra blanca Incubo y Sucubo en su portada, finalmente él se dirigió al último librero donde medio saco un libro amarillo con letras negras que decía en la portada Nephilim. –Todos somos Bigeneri. Dijo en un tono de voz bajo que era normal en el, mientras una librero se desplazaba de medio lado, mostrando que debajo de esta había una pasadizo con unas escaleras a un sótano.
El joven mestizo bajo por estas escaleras que lo llevaba a un oscuro túnel, el cual empezó a recorrer por una tiempo que se diría algo largo para estar en un túnel oscuro sin luz o y aire fresco. Hasta finalmente llegar a una antigua biblioteca donde se mantenían protegidos y guardados los antiguos documentos del clan Bigeneri. El joven mestizo lo único que hizo fue simplemente tomar un libro que estaba leyendo él sobre habilidades desarrolladas por los Nephilim de rango bajo con experiencia y luego se retiro del lugar, dirigiéndose a la biblioteca de la mansión.
Así al llegar a la mansión acomodo de todo para que el pasaje se cerrada de nuevo y se decidió dirigir hacia su habitación, aunque algo le llamo la atención en medio camino. Una habitación, una habitación con la puerta abierta, la cual era la sala de música. No era un lugar al que entrara mucho pero le gustaba ese lugar, tal vez cuando tuviera tiempo pensaría en aprender a tocar el piano o algo con cuerdas. Pero mientras tanto no podía ya que el tiempo que tenia no le alcanzaba para nada, simplemente dio media vuelta para retirarse de la habitación cuando siente como choca con alguien, para su sorpresa era la joven más activa de la mansión hasta ahora. –Astrid, lo siento mucho.Dijo en un tono de voz algo apagado que era normal para él.
Coloco el antiguo libro sobre la mesa para luego arquea una de las cejas al escuchar el comentario de la mayor. –Disculpe. Dijo tranquilamente con una mirada fría pero serena en el.
Por fin había llegado a la mansión el joven mestizo, eso le hizo sentir más tranquilo y relajado, ya que había algo en ese lugar que le encantaba. Suerte que con la ayuda de varios miembros que habitaban en la mansión se pudo dar hacer el esfuerzo y dar una leve remodelación al exterior de la mansión y a una que otras áreas de esta.
Subió directo hasta su habitación donde dejo su libreta, luego salió tranquilamente y se dirigió hasta la biblioteca donde busco una pequeña banqueta que puso frente a uno de los enormes libreros. Ayudándolo a llegar a un libro rojo que tenía en negro la palabra Dhampir en la portada. El joven mestizo lo que hizo fue medio saca de este. Para luego ir a otro librero igual de grande y usar la banqueta para hacer lo mismo con un libro morado que decía con letra blanca Incubo y Sucubo en su portada, finalmente él se dirigió al último librero donde medio saco un libro amarillo con letras negras que decía en la portada Nephilim. –Todos somos Bigeneri. Dijo en un tono de voz bajo que era normal en el, mientras una librero se desplazaba de medio lado, mostrando que debajo de esta había una pasadizo con unas escaleras a un sótano.
El joven mestizo bajo por estas escaleras que lo llevaba a un oscuro túnel, el cual empezó a recorrer por una tiempo que se diría algo largo para estar en un túnel oscuro sin luz o y aire fresco. Hasta finalmente llegar a una antigua biblioteca donde se mantenían protegidos y guardados los antiguos documentos del clan Bigeneri. El joven mestizo lo único que hizo fue simplemente tomar un libro que estaba leyendo él sobre habilidades desarrolladas por los Nephilim de rango bajo con experiencia y luego se retiro del lugar, dirigiéndose a la biblioteca de la mansión.
- Biblioteca antigua:
Así al llegar a la mansión acomodo de todo para que el pasaje se cerrada de nuevo y se decidió dirigir hacia su habitación, aunque algo le llamo la atención en medio camino. Una habitación, una habitación con la puerta abierta, la cual era la sala de música. No era un lugar al que entrara mucho pero le gustaba ese lugar, tal vez cuando tuviera tiempo pensaría en aprender a tocar el piano o algo con cuerdas. Pero mientras tanto no podía ya que el tiempo que tenia no le alcanzaba para nada, simplemente dio media vuelta para retirarse de la habitación cuando siente como choca con alguien, para su sorpresa era la joven más activa de la mansión hasta ahora. –Astrid, lo siento mucho.Dijo en un tono de voz algo apagado que era normal para él.
Coloco el antiguo libro sobre la mesa para luego arquea una de las cejas al escuchar el comentario de la mayor. –Disculpe. Dijo tranquilamente con una mirada fría pero serena en el.
- Vestimenta:
Astrid
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Una bomba de tiempo
Siempre pretendía que todo andaba en orden, incluso mi vida pintaba de matices distintos desde que llegue a este lugar, aquellas habilidades requerían practica y a muy a mi desdicha las horas intentando controlar sin ayuda de nadie no me estaban siendo muy útiles, moví débilmente mi mano sobre la mesa provocando que mis dedos hicieran un sonido de tamborileo, no estaba segura de cuales tópicos se podían abordar con una persona así, y de hecho no estaba segura si era una persona o un pedazo de algún material inerte, embrujado para parecer un ser viviente, escudriñe su fría expresión ''necesitaras algo mejor que eso'' pensé con una sonrisa antes de regresar a una expresión neutral ideal para terrenos peligrosos.
Después de escucharlo enarque una ceja en dirección al chico con mirada decepcionada, no tenía ninguna idea o se hacia el tonto un suspiro escapo de mis labios, no lidiaría con nadie que tuvieras trastornos del ánimo, suficiente tenia con mi clara idea de que a todos los habitantes de la mansión le habían robado el alma y la sustituyeron por un seco y duro pedazo de cartón, le di un bocado a mi tarta sentándome mejor con una postura adecuada no quería ser regañada por que los muebles estaban desarreglados, rara vez tenía la oportunidad de hablar con este sujeto… Si bien, no es que fuera una irrespetuosa solo me molestaba aquella actitud tan fría es cansada y molesta.
–Digo que sonreír no le hace mal a nadie– musite con mi tono divertido colocando los ojos en mis dedos ligeramente oscurecidos por el carbón del lápiz que usaba para dibujar, –La gente amargada se arruga mas rápido– juguetee con mis dedos, pensando en cómo decirle eso ya sabía que no era muy agradable tener mis sermones de cómo vivir la vida feliz y colorida, eso para ellos no era normal. –Sabes, tengo que decir algo– me aclare la garganta solo para darme tiempo de reorganizar mi mente, toda la inspiración, colores y diseños se habían mezclado con mis deseos de manejar todas esas habilidades nuevas.
–Respecto a eso…– me removí incomoda en mi lugar –a esto que somos– sonreí cada vez me costaba menos admitirlo pronto podría hablar de cualquier detalle sin sentir ningún rastro de peligro al decirlo, era como una condición algo con lo que no decides nacer, simplemente tienes que aceptarlo –¿Cómo puedo controlarlo?– pregunte pues la curiosidad era grande en mi, estaba segura de que cada vez que la ansiedad, felicidad o cualquier otra emoción fuerte aparecía en mi vida esas habilidades se intensificaban. –Digo, cuando llegue estabas aquí, significa que sabes algo que yo no– las conjeturas para mi eran fáciles un chico viviendo en una mansión llena de gente, no era un padre, no era un monje pero tenía algo que enseñar.
–Quisiera saber que tengo que hacer y solo tú me puedes decir ¿O estoy equivocada?– esta vez mi sonrisa apareció tranquilamente, ese chico no mordía aunque tuviera cara de animal abandonado en refugio… ¡No importaba! Los detalles son solo eso detalles, las personas son diferentes y las diferencias hacen este mundo divertido.
Después de escucharlo enarque una ceja en dirección al chico con mirada decepcionada, no tenía ninguna idea o se hacia el tonto un suspiro escapo de mis labios, no lidiaría con nadie que tuvieras trastornos del ánimo, suficiente tenia con mi clara idea de que a todos los habitantes de la mansión le habían robado el alma y la sustituyeron por un seco y duro pedazo de cartón, le di un bocado a mi tarta sentándome mejor con una postura adecuada no quería ser regañada por que los muebles estaban desarreglados, rara vez tenía la oportunidad de hablar con este sujeto… Si bien, no es que fuera una irrespetuosa solo me molestaba aquella actitud tan fría es cansada y molesta.
–Digo que sonreír no le hace mal a nadie– musite con mi tono divertido colocando los ojos en mis dedos ligeramente oscurecidos por el carbón del lápiz que usaba para dibujar, –La gente amargada se arruga mas rápido– juguetee con mis dedos, pensando en cómo decirle eso ya sabía que no era muy agradable tener mis sermones de cómo vivir la vida feliz y colorida, eso para ellos no era normal. –Sabes, tengo que decir algo– me aclare la garganta solo para darme tiempo de reorganizar mi mente, toda la inspiración, colores y diseños se habían mezclado con mis deseos de manejar todas esas habilidades nuevas.
–Respecto a eso…– me removí incomoda en mi lugar –a esto que somos– sonreí cada vez me costaba menos admitirlo pronto podría hablar de cualquier detalle sin sentir ningún rastro de peligro al decirlo, era como una condición algo con lo que no decides nacer, simplemente tienes que aceptarlo –¿Cómo puedo controlarlo?– pregunte pues la curiosidad era grande en mi, estaba segura de que cada vez que la ansiedad, felicidad o cualquier otra emoción fuerte aparecía en mi vida esas habilidades se intensificaban. –Digo, cuando llegue estabas aquí, significa que sabes algo que yo no– las conjeturas para mi eran fáciles un chico viviendo en una mansión llena de gente, no era un padre, no era un monje pero tenía algo que enseñar.
–Quisiera saber que tengo que hacer y solo tú me puedes decir ¿O estoy equivocada?– esta vez mi sonrisa apareció tranquilamente, ese chico no mordía aunque tuviera cara de animal abandonado en refugio… ¡No importaba! Los detalles son solo eso detalles, las personas son diferentes y las diferencias hacen este mundo divertido.
Berrik [L.Joe]
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El joven mestizo estuvo más tranquilo al observa que la joven bigeneri Astrid no su hubiese lastimado, por lo cual dio una paso hacia atrás y doblo de sus rodillas con cuido para sentarse en el asiento que estaba frente al piano del salón, escucho de las palabras ajenas y ladeo la cabeza levemente de medio lado, realmente no entendía porque le decía ese tipos de cosa la joven al mestizo, el había aprendido por si mismo que a lo mayores se les trataba con algo de respeto siempre y cuando se lo merecieran, siendo la forma de mostrar respecto del joven mestizo era de hablar de una forma educada con ese tipo de persona. Aunque con el tiempo se había acostumbrado a hablar de una forma educada mientras se mantenía tranquilo. –Sabe no soy amargado, solo. Pensó un momento lo que iba a decir, cuando le vuelve a hablar antes de poder continuar su oración.
Aunque su cabeza estaba derecha de nuevo, inconscientemente casi la ladea de medio lado ante la curiosidad de las palabras ajenas suerte que no lo hizo porque se empezaba a dar cuenta. Parpadeo varias veces antes de contestar. –Que será eso que me tiene que decir Pregunto ante que la joven pudiera contestar, realmente tenia curiosidad ya que aunque tenía la misión de albergar a todos los Bigeneri de la ciudad que no tuvieran donde ir o deseara el control de su habilidades y forma miento para nuevas, solo había hablando pocos con de ellos sobre la situación y la joven Astrid no era una de ellos.
Escucho con detalle y mucha atención de las palabras ajenas pensado en que sería buen momento para poner en práctica el entrenamiento que había desarrollador con otra persona. –Lo que somos, no es algo que se pueda controlar. Es algo que se dominar. Dijo seriamente mientras tomaba del libro que se encontraba sobre la mesa. –Sera algo en lo que das todo o no servirá de nada. Cuando empecemos no podremos parar. Me entiende Pregunto porque no quería que después de llegar a la mitad o algo parecido se diera por vencida y todo hubiera sido en vano. –Voy a la entrada del frente. Te doy media hora para pensar y cambiar de ropa si decides ir. Colócate algo más cómodo o deportivo. Dijo antes de salir de la habitación.
Aunque su cabeza estaba derecha de nuevo, inconscientemente casi la ladea de medio lado ante la curiosidad de las palabras ajenas suerte que no lo hizo porque se empezaba a dar cuenta. Parpadeo varias veces antes de contestar. –Que será eso que me tiene que decir Pregunto ante que la joven pudiera contestar, realmente tenia curiosidad ya que aunque tenía la misión de albergar a todos los Bigeneri de la ciudad que no tuvieran donde ir o deseara el control de su habilidades y forma miento para nuevas, solo había hablando pocos con de ellos sobre la situación y la joven Astrid no era una de ellos.
Escucho con detalle y mucha atención de las palabras ajenas pensado en que sería buen momento para poner en práctica el entrenamiento que había desarrollador con otra persona. –Lo que somos, no es algo que se pueda controlar. Es algo que se dominar. Dijo seriamente mientras tomaba del libro que se encontraba sobre la mesa. –Sera algo en lo que das todo o no servirá de nada. Cuando empecemos no podremos parar. Me entiende Pregunto porque no quería que después de llegar a la mitad o algo parecido se diera por vencida y todo hubiera sido en vano. –Voy a la entrada del frente. Te doy media hora para pensar y cambiar de ropa si decides ir. Colócate algo más cómodo o deportivo. Dijo antes de salir de la habitación.
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¿Estaba hablando enserio? Puse los ojos en blanco ordenando mi libreta de dibujos, la inspiración literalmente se había ido al caño, ese sujeto se estaba pasando entre sus palabras era claro aquella subestimación a mi persona, es decir puedo ser un desastre, hiperactiva algo desordenada quizás escandalosa pero nunca de los nunca sería una persona que merezca un calificativo como ese. Antes de que el chico pudiera salir del salón alcance a mirarlo entrecerrando los ojos, era una mala mirada quizás la primera que había dado a alguien en mucho tiempo, no estaba dispuesta a dejarme intimidar por el así fuera enviado del mismo concilio de los Ángeles celestiales ¡Me tiene sin cuidado! Había pasado por mucho y nadie menguaría mi espíritu con actitudes como esa.
–Entiendo…– arrastre las palabras, dejando el tiempo prudente para que estuviera alejado del pasillo, probablemente sea una mala costumbre pero cuando estás sola por mucho tiempo tiendes a interpretar todas las palabras de las personas con su verdadero significado uno en el que quizás eres juzgado. Conté mentalmente cinco minutos antes de ponerme de pie y dirigir mi camino directo a mi habitación para colocarme ropa deportiva, no tomo mucho tiempo para tener un montón de ropa sobre la cama, –Deportiva, deportiva… ¿Rosa o azul?– lleve mi dedo hasta mi barbilla pensando seriamente, seguro el rosa era muy llamativo, el azul no se me vería tan bien en mí. Busque colores menos alegres, no quería obtener otro comentario que se interpretara como soez del parte del chico.
Camine lentamente fuera de la habitación mirando el desorden, me había dado 30 minutos y eso era muy poco para alistarme por eso el desastre esperaría hasta más tarde, lo tengo claro muy claro, necesitaba ayuda para esto y debía ponerle seriedad pues si quería ser más grande, tener control de esas habilidades no debía dejar que mis pensamientos interfirieran con mi entrenamiento, que haría yoga, correr, matar un dragón habían muchas posibilidades, tarareando una hermosa canción que me daría cualquier animo que ese chico pensaba que me faltaba recorrí aquellos pasillos carentes de sonidos con una sonrisa hasta salir al frente de la mansión.
–Aquí estoy– dije tranquilamente aun con la sonrisa en mis labios, –Por favor cuide de mi líder– con un suave movimiento hice una venia al decir aquellas palabras y segundos después regrese a mi posición anterior. –¿Qué debo hacer ahora?– murmure esperando una orden, un objetivo, un lugar a donde ir o una sugerencia.
–Entiendo…– arrastre las palabras, dejando el tiempo prudente para que estuviera alejado del pasillo, probablemente sea una mala costumbre pero cuando estás sola por mucho tiempo tiendes a interpretar todas las palabras de las personas con su verdadero significado uno en el que quizás eres juzgado. Conté mentalmente cinco minutos antes de ponerme de pie y dirigir mi camino directo a mi habitación para colocarme ropa deportiva, no tomo mucho tiempo para tener un montón de ropa sobre la cama, –Deportiva, deportiva… ¿Rosa o azul?– lleve mi dedo hasta mi barbilla pensando seriamente, seguro el rosa era muy llamativo, el azul no se me vería tan bien en mí. Busque colores menos alegres, no quería obtener otro comentario que se interpretara como soez del parte del chico.
- Sufre con mi atuendo:
Camine lentamente fuera de la habitación mirando el desorden, me había dado 30 minutos y eso era muy poco para alistarme por eso el desastre esperaría hasta más tarde, lo tengo claro muy claro, necesitaba ayuda para esto y debía ponerle seriedad pues si quería ser más grande, tener control de esas habilidades no debía dejar que mis pensamientos interfirieran con mi entrenamiento, que haría yoga, correr, matar un dragón habían muchas posibilidades, tarareando una hermosa canción que me daría cualquier animo que ese chico pensaba que me faltaba recorrí aquellos pasillos carentes de sonidos con una sonrisa hasta salir al frente de la mansión.
–Aquí estoy– dije tranquilamente aun con la sonrisa en mis labios, –Por favor cuide de mi líder– con un suave movimiento hice una venia al decir aquellas palabras y segundos después regrese a mi posición anterior. –¿Qué debo hacer ahora?– murmure esperando una orden, un objetivo, un lugar a donde ir o una sugerencia.
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Un Frio Invierno
En la entrada de la mansión esperaba el joven mestizo a quien se diría que era su hermana de raza, observando en varias ocasiones del reloj que tenía puesto en su muñeca derecha. –Tick tack, tick tack. Hacia un sonido como si tal vez se podía interpretar como que él estaba contando el tiempo en que Astrid usaba para cambiarse, pero realmente el joven mestizo Berrik solo estaba cantando el coro de una canción que escucha en su celular con sus auriculares. Cerro de sus ojos mientras estiraba hacia arriba de su brazo derecho y el izquierdo por doblaba para pasarlo detrás de su cabeza, soltado un bostezo entre todo eso. Se retiro los auriculares que llevaba puesto y miro al cielo pensando en lo que se haría, realmente su entrenamiento para aprender a controlar sus habilidades fue diferente y no sería lo mismo ahora ya que era algo entre dos personas, en vez de ser una persona y un libro.
Escucho de la puerta abrirse y por eso desvió la mirada hacia esta, observando a la joven Bigeneri. –Se ve bien y parece que ser lo apropiado para el entrenamiento. Dijo tal vez un cumplido o tal vez no, el decía siempre lo que pensaba o lo correcto en realidad, lástima que no ha todo el mundo le gustara que el joven mestizo fuera así de sincero con sus pensamientos. –Necesitamos un lugar desolado pero que no esté en mal estado. Se coloco los auriculares mientras daba ese dato con respecto al entrenamiento.
Aunque Brujas era una ciudad turística también tenía sus lugares secretos para ocasiones como esta, suerte que para el joven mestizo ya tenía uno en mente. –Sera un largo camino en realidad, será mejor ponernos a caminar. Observo su reloj sabiendo que tendría que tomar uno que otro bus y luego tendría que entrar al bosque a un lugar que realmente era desconocido para muchos. Pero esa era la idea.
Escucho de la puerta abrirse y por eso desvió la mirada hacia esta, observando a la joven Bigeneri. –Se ve bien y parece que ser lo apropiado para el entrenamiento. Dijo tal vez un cumplido o tal vez no, el decía siempre lo que pensaba o lo correcto en realidad, lástima que no ha todo el mundo le gustara que el joven mestizo fuera así de sincero con sus pensamientos. –Necesitamos un lugar desolado pero que no esté en mal estado. Se coloco los auriculares mientras daba ese dato con respecto al entrenamiento.
Aunque Brujas era una ciudad turística también tenía sus lugares secretos para ocasiones como esta, suerte que para el joven mestizo ya tenía uno en mente. –Sera un largo camino en realidad, será mejor ponernos a caminar. Observo su reloj sabiendo que tendría que tomar uno que otro bus y luego tendría que entrar al bosque a un lugar que realmente era desconocido para muchos. Pero esa era la idea.
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