{ Abierto } Solo entre la multitud.

Dejó que el humo del cigarrillo se escapase en círculos a través de sus labios, mirando distraídamente de un lado a otro, caminando por la ciudad con aire desinteresado, indiferente, mientras que sus manos se hallaban en sus bolsillos y el cigarrillo se mantenía sujeto en los carnosos labios, siendo fumando a la francesa. Caminó por las calles de aquel núcleo urbano con cierto desdén mientras observaba a las personas con esa calma siniestra, como si supiese todos los secretos que ocultaban y sólo estaba esperando para utilizarlos en su contra. El joven rió despacio; sacando la siniestra del bolsillo de sus vaqueros para sujetar el pitillo antes de que colisionara contra el suelo por culpa de la risa que se apoderaba de él ante la mirada de los peatones. Tétrico y coqueto a la vez, sonrió a un par de personas, relamiéndose los labios con apenas el toque de la punta de su lengua. MyungSoo cuadró los hombros y aquella coquetería dejó paso a la mirada aburrida de todo y al rostro indiferente. El cigarro no tardó en volver a bailar entre sus rojizos belfos.

Se ajustó la gorra con delicadeza para poder ocultar un poco más su rostro; caminando por la acera y dejando que su afilada mirada se paseara de un lado al otro por aquel lugar que le había acogido con calma. Sin embargo, no podía evitar estudiarlo, analizarlo como si se tratara de alguna adivinanza divertida o un problema matemático. El sentimiento de diversión que se aferraba a sus entrañas cada vez que algunos peatones se le quedaban mirando por algún comportamiento 'curioso' venía él era, tal vez, lo mejor de aquel peublecito de nombre curioso. Era demasiado entretenido jugar con las reacciones de los demás, con sus miradas y aquel ridículo sentimiento escandalizado con el que algunos le miraban. — Tks. — Un chasquido de lengua y volvió su mirada al frente, haciendo que ambas manos se tanteasen los bolsillos en busca del paquete de tabaco para una nueva ración de nicotina. Una vez encontrado no dudó en llevar aquel cilindro cancerígeno a los labios y encenderlo con total deleite, caminando hasta perder de vista la civilización para poder sumergirse de lleno en la naturaleza; no que al moreno le gusta demasiado pero ciertamente los lugares vacíos le relajaban y hacían que se pasase horas y horas pensando en cualquier cosa. Emociones sueltas y pensamientos dispares que le llevaban a darle la vuelta a mil y un creencias, cualquier tipo de hecho o razón.

Las leyendas urbanas eran su tema favorito para poder conjeturar acerca de algo de relativo interés, aunque demasiado escabroso para algunos, sin duda alguna. — ¿Cómo se llamaba? — Los monólogos de Génesis dejaron de parecer extraños cuando el verde del bosque le saludó y la brisa removió un tanto sus cabellos aplastados por la gorra, notando la piel erizarse de forma involuntaria y reprimiendo un escalofrío que le subió por la columna vertebral que logró hacerle chasquear la lengua de nuevo. — Estúpido. — Murmuró con voz ronca ante un pensamiento que le nubló la vista y logró hacerle gruñir mientras caminaba sobre la superficie llena de piedrecillas, ramas y demás, haciendo crujir algunas hojas con sus plantas, mirando a ojos entrecerrados algún árbol que diese sombra. La tarde era un tanto soleada aunque aún hacía un viento frío tan desagradable como para colarse hasta los hueso. A Génesis, particularmente, le encantaba sentirlo. Sin más, se dejó caer en cualquier lugar y su trasero aterrizó en una cómoda superficie llena de matitas y hiervas; bostezó y se estiró como un gato, con el cigarrillo aún entre los labios y la mente carburándole tan rápido como irritante.