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Título de trama
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Espacio libre
[Privado|Caliel] The sweet Angel and the girl of the night Miér Ago 06, 2014 9:22 amJulia V.[Akasha]
Reiyel
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Park Minha
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23/07/2013
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Caminaba en silencio en aquella oscura noche calurosa, su vestido acariciaba su tersa piel y la brisa susurraba agradables melodías a sus oídos. Aquella era una de esas noches en que las estrellas te invitaban a pasear por los senderos de aquel parque, era tan agradable poder salir a solas sin tener que dar explicaciones, sus padres ya no estaban, por lo que no tendría que estar a las ocho en punto en casa para cenar. El sonido de sus tacones era lo único que rompía el silencio, más el compás que mantenía no le molestaba en absoluto, era una simple composición que acompañaba a las corrientes de aire en una sinfonía que amenizaba el camino que había decidido tomar. Con delicadeza tomó entre sus dedos un mechón de cabello para deslizarlo por detrás de su oreja, quizás debería sentarse a leer el libro que traía en su bolso, pues los paseos no se podían dar sin una buena compañía que lograra hacerte suspirar.
A lo lejos divisó una banca bajo un poste de luz, era perfecta para leer algo a esa hora, pues la visibilidad no era muy buena para nadie. Se dirigió hasta ella con un ligero vaivén de cadera y se sentó con cuidado, la agradable noche se haría menos solitaria con la compañía de aventuras inolvidables y más aún si se trataba de una tragedia clásica de William Shakespeare. Hamlet, gran príncipe de Dinamarca, aquella historia siempre había sido su favorita, pues le gustaba pensar sobre la pobre y dulce Ofelia, aquella que enloqueció de amor. MinHa jamás había sentido ni una pizca de amor por un ser que no fuera uno que viviera entre el papel y la tinta, ¿cómo sería experimentar un amor tan grande como para olvidar la razón y la cordura? ¿Cuál era el límite de una persona para dar el paso a un suicidio? Todas aquellas interrogantes hacían de aquel texto uno de sus favoritos, jamás se cansaba de leerlo. Una sonrisa se formó en el rostro de la mujer mientras observaba el libro y, después de dejar escapar un suspiro, abrió el libro con sumo cuidado para comenzar con la lectura, pues era un tesoro entre sus manos.
A lo lejos divisó una banca bajo un poste de luz, era perfecta para leer algo a esa hora, pues la visibilidad no era muy buena para nadie. Se dirigió hasta ella con un ligero vaivén de cadera y se sentó con cuidado, la agradable noche se haría menos solitaria con la compañía de aventuras inolvidables y más aún si se trataba de una tragedia clásica de William Shakespeare. Hamlet, gran príncipe de Dinamarca, aquella historia siempre había sido su favorita, pues le gustaba pensar sobre la pobre y dulce Ofelia, aquella que enloqueció de amor. MinHa jamás había sentido ni una pizca de amor por un ser que no fuera uno que viviera entre el papel y la tinta, ¿cómo sería experimentar un amor tan grande como para olvidar la razón y la cordura? ¿Cuál era el límite de una persona para dar el paso a un suicidio? Todas aquellas interrogantes hacían de aquel texto uno de sus favoritos, jamás se cansaba de leerlo. Una sonrisa se formó en el rostro de la mujer mientras observaba el libro y, después de dejar escapar un suspiro, abrió el libro con sumo cuidado para comenzar con la lectura, pues era un tesoro entre sus manos.
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Última edición por MinHa [Zhoe] el Sáb Nov 02, 2013 1:22 pm, editado 1 vez
Lelahel
Sarafan Celestial
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Cambiante, normalmente neutro
La noche, él siempre se movía en la noche, más que en el día. Lelahel se había acostumbrado a vagar sin rumbo en las noches en las que se encontraba solo, y era un hábito que no perdería con tanta facilidad, aunque sus zephiros estaban regresando poco a poco. Sabia que en la ciudad, algo extraño estaba sucediendo, y que mejor investigación que andar en las sombras. Si algo pasaba, él estaba dispuesto a defender la creación divina, con espada y garras, si la ocasión lo ameritaba.
Pero no buscaba problemas. Con las manos en los bolsillos del pantalón, sus pies lo llevaron hasta el parque Minnewater, donde hacia no mucho, había tenido un encuentro no muy agradable con Lilith. Ahora el lugar estaba envuelto en la tranquilidad, con una suave brisa cálida, vestigios del verano que aún se dejaban sentir sobre el otoño, algunos humanos caminaban por las veredas, más que nada parejas que se tomaban de las manos en su camino de regreso a casa, como si ese simple gesto pudiera brindarles protección.
No muy lejos de donde se hallaba de pie, pudo divisar a una joven que delicadamente descansaba sobre una banca, mientras en sus manos posaba un libro que se disponía a leer a esa hora. Algo fuera de lo común, y no pudo evitar sentirse intrigado, pues aunque era un ser tan viejo casi como el mundo mismo, las criaturas que en el habitaban nunca dejaban de sorprenderlo, así que se acercó hasta ella, con paso suave para no alarmarla, con una sonrisa en el rostro a modo de saludo.
Buenas noches señorita – comentó cuando ya se encontraba a una distancia prudente para que ella lo escuchara, deteniendo sus pasos para esperar una invitación a acercarse o simplemente a quedarse donde estaba en ese momento - ¿no es algo tarde para leer en el parque?
Pero no buscaba problemas. Con las manos en los bolsillos del pantalón, sus pies lo llevaron hasta el parque Minnewater, donde hacia no mucho, había tenido un encuentro no muy agradable con Lilith. Ahora el lugar estaba envuelto en la tranquilidad, con una suave brisa cálida, vestigios del verano que aún se dejaban sentir sobre el otoño, algunos humanos caminaban por las veredas, más que nada parejas que se tomaban de las manos en su camino de regreso a casa, como si ese simple gesto pudiera brindarles protección.
No muy lejos de donde se hallaba de pie, pudo divisar a una joven que delicadamente descansaba sobre una banca, mientras en sus manos posaba un libro que se disponía a leer a esa hora. Algo fuera de lo común, y no pudo evitar sentirse intrigado, pues aunque era un ser tan viejo casi como el mundo mismo, las criaturas que en el habitaban nunca dejaban de sorprenderlo, así que se acercó hasta ella, con paso suave para no alarmarla, con una sonrisa en el rostro a modo de saludo.
Buenas noches señorita – comentó cuando ya se encontraba a una distancia prudente para que ella lo escuchara, deteniendo sus pasos para esperar una invitación a acercarse o simplemente a quedarse donde estaba en ese momento - ¿no es algo tarde para leer en el parque?
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Reiyel
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La voz suave pero profunda del joven la sacó de sus cavilaciones, lo observó con algo de sorpresa, pues jamás pensó que alguien se le acercaría y menos a tener una conversación normal. La presencia del hombre la intimidaba, pues las presencias masculinas siempre la ponían muy nerviosa, aclaró la garganta en un suave carraspeo y le sonrió, pues no le mostraría que estaba muy nerviosa. –Buenas noches, me parece que siempre es una buena hora para leer y más aun en un lugar tan agradable como este.
Aquel hombre parecía agradable, lo observó con atención mientras cerraba su libro sin haber alcanzado a leer ni media página, pero no le importaba mucho, ya que era una buena oportunidad para tener compañía de un completo extraño. Desvió la mirada al espacio vacío en la banca que ocupaba y susurró con un poco de miedo de estar haciendo lo que no debía, sin embargo dentro de su inocencia frente a las personas quería conocer más gente, toda la gente que se le permitiera. Su propio miedo a ser herida o que no le entendieran al expresarse la hacía sentir insegura a la hora de hablar.- Si quiere puede tomar asiento, es una banca muy agradable- comentó mientras pensaba en la mejor forma de comenzar una conversación normal, los libros decían que debía presentarse antes de pedir el nombre de su acompañante por una cuestión de modales.
Observó al joven e intentó sonreír lo más despreocupada posible, la verdad es que todas aquellas cadenas y colgantes llamaban su atención, parecía un modelo sacado de aquellas revistas que su familia no dejaba que comprara por alguna tonta excusa de mala influencia. Aquella ropa negra lo hacía ver elegante de alguna forma, mientras las cadenas le quitaban formalidad en la medida justa y necesaria.
De seguro podía escuchar a su madre diciendo que no se juntara con esa clase de jóvenes o a los guardaespaldas de su familia intentando separarlos, pero ahora estaba sola y es que desde que se fue a vivir con los demás de su raza había dejado de utilizar guardaespaldas o sirvientes, lo cual había sido muy extraño para ella. Sin embargo extraña a las personas que habían trabajado para ella, ya que siempre entre su amabilidad la hacían sentir acompañada, una sensación muy parecida a la que sentía con el chico que le dirigía la palabra. Él la hacía sentir acompañada y se lo agradecía.
Aquel hombre parecía agradable, lo observó con atención mientras cerraba su libro sin haber alcanzado a leer ni media página, pero no le importaba mucho, ya que era una buena oportunidad para tener compañía de un completo extraño. Desvió la mirada al espacio vacío en la banca que ocupaba y susurró con un poco de miedo de estar haciendo lo que no debía, sin embargo dentro de su inocencia frente a las personas quería conocer más gente, toda la gente que se le permitiera. Su propio miedo a ser herida o que no le entendieran al expresarse la hacía sentir insegura a la hora de hablar.- Si quiere puede tomar asiento, es una banca muy agradable- comentó mientras pensaba en la mejor forma de comenzar una conversación normal, los libros decían que debía presentarse antes de pedir el nombre de su acompañante por una cuestión de modales.
Observó al joven e intentó sonreír lo más despreocupada posible, la verdad es que todas aquellas cadenas y colgantes llamaban su atención, parecía un modelo sacado de aquellas revistas que su familia no dejaba que comprara por alguna tonta excusa de mala influencia. Aquella ropa negra lo hacía ver elegante de alguna forma, mientras las cadenas le quitaban formalidad en la medida justa y necesaria.
De seguro podía escuchar a su madre diciendo que no se juntara con esa clase de jóvenes o a los guardaespaldas de su familia intentando separarlos, pero ahora estaba sola y es que desde que se fue a vivir con los demás de su raza había dejado de utilizar guardaespaldas o sirvientes, lo cual había sido muy extraño para ella. Sin embargo extraña a las personas que habían trabajado para ella, ya que siempre entre su amabilidad la hacían sentir acompañada, una sensación muy parecida a la que sentía con el chico que le dirigía la palabra. Él la hacía sentir acompañada y se lo agradecía.
Lelahel
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Muy bonita, delicada en la forma en que se movía y en el tono de su voz se notaba la amabilidad. Lelahel no pudo si no hacer una leve reverencia hacia ella y mirarla con cariño y curiosidad. Era un ser receptivo, siempre lo había sido, y notaba que ella se encontraba nerviosa, pero era precisamente eso lo que deseaba evitar, así que cuando fue invitado de forma tan agradable a tomar asiento, lo hizo sin dudar, cruzando una pierna sobre la otra en un Angulo abierto, posó un brazo sobre el respaldo y suspiro, mirando todo el parque que desde allí se podía apreciar, y luego volvió la mirada hacia ella.
Soy JaeJoong – comento con un tono agradable, estirando su mano hacia ella para saludarla y con una sonrisa en el rostro, usando un poco de su divinidad para que ella no le tuviera miedo – me quedare aquí hasta que decidas que es hora de volver a casa, uno nunca sabe que peligros se encuentran en la noche – entrecerró los ojos, recordando los encuentros que había tenido en el pasado en ese parque, un hermoso lugar y que por lo mismo era visitado con frecuencia por diferentes seres, algunos con no muy buenas intenciones hacia los humanos.
La noche podía ser intimidante para algunos humanos, aquellos con temor en sus corazones y sobre todo, aquellos que han escuchado los rumores que recorren las calles de la ciudad, pero la señorita se veía tan tranquila en el parque que no pudo evitar pensar en algo.
¿Eres nueva en la ciudad? – volvió a preguntar con su habitual curiosidad, llevaba ya tanto tiempo en Brujas que conocía los rostros de todos sus habitantes, o al menos de la mayoría, y ella se le antojaba desconocida – yo vivo aquí… desde que era un pequeño, y disculpa sí parece grosero, pero es que no te había visto antes.
Soy JaeJoong – comento con un tono agradable, estirando su mano hacia ella para saludarla y con una sonrisa en el rostro, usando un poco de su divinidad para que ella no le tuviera miedo – me quedare aquí hasta que decidas que es hora de volver a casa, uno nunca sabe que peligros se encuentran en la noche – entrecerró los ojos, recordando los encuentros que había tenido en el pasado en ese parque, un hermoso lugar y que por lo mismo era visitado con frecuencia por diferentes seres, algunos con no muy buenas intenciones hacia los humanos.
La noche podía ser intimidante para algunos humanos, aquellos con temor en sus corazones y sobre todo, aquellos que han escuchado los rumores que recorren las calles de la ciudad, pero la señorita se veía tan tranquila en el parque que no pudo evitar pensar en algo.
¿Eres nueva en la ciudad? – volvió a preguntar con su habitual curiosidad, llevaba ya tanto tiempo en Brujas que conocía los rostros de todos sus habitantes, o al menos de la mayoría, y ella se le antojaba desconocida – yo vivo aquí… desde que era un pequeño, y disculpa sí parece grosero, pero es que no te había visto antes.
Reiyel
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Al escuchar el nombre de su ocasional acompañante llevó la yema de sus dedos a su labio inferior, que malos modales tenía al no haberse presentado antes. Lo observó con atención, pues nunca nadie además de los guardaespaldas de su familia se habían quedado a acompañarla, ¿se preocupaba por ella? Aquella amabilidad era digna del hombre más caballeroso de la ciudad y debía ser el que estaba sentado a su lado, una sonrisa apareció en los labios de la menor, quizás la suerte no había tenido en toda su vida la estaba conociendo ahora y no era que su vida hubiese sido desgracia, sino que sólo podía ver la falta de suerte a través de las hermosas aventuras de los protagonistas de sus libros. Aquellos personajes ficticios vivían en un papel como ella vivía en una habitación encerrada, leyendo lo que ellos experimentaban, sus sufrimientos, sus anhelos y entre más leía más notaba lo vacía que estaba.- Mi nombre es Park MinHa, pero puedes decirme sólo MinHa.
Volvió a observar el libro que dormía entre sus manos y notó que no había leído nada, era extraño ver un libro cerrado y escuchar que alguien le hablara, sin embargo no era lo más raro considerando que ella misma había cambiado físicamente y quizás eso podría ser más fantasioso que todo lo que estaba viviendo en ese momento. La voz del joven la devolvió a la realidad de los sentidos y no supo que responder ante aquella pregunta, ya que había vivido encerrada entre la mansión de sus padres y el establecimiento educacional, siempre transitando las calles de aquella ciudad en auto. Realmente se había perdido mucho durante su vida.
-No soy de la ciudad respectivamente, por situaciones en específico me cambié de domicilio… así que podría decir que sí, soy nueva. –Observó al joven y un suave rubor coloreó sus pálidas mejillas, podía recordar que nunca había tenido una conversación fluida con alguien del sexo opuesto y era extraño, mas no incómodo.- La verdad conozco una mínima parte de lo que es este lugar, al parecer me he perdido de muchas cosas- Un toque de melancolía se hizo notar en su rostro mientras observaba lo que podía ver del parque desde aquella banca, era extraño pensar que había vivido tan cerca y a la vez tan lejos de todo lo que en ese momento le rodeaba. Realmente era extraño, ante aquel pensamiento un extraño sabor amargo se expandió por su paladar.
Volvió a observar el libro que dormía entre sus manos y notó que no había leído nada, era extraño ver un libro cerrado y escuchar que alguien le hablara, sin embargo no era lo más raro considerando que ella misma había cambiado físicamente y quizás eso podría ser más fantasioso que todo lo que estaba viviendo en ese momento. La voz del joven la devolvió a la realidad de los sentidos y no supo que responder ante aquella pregunta, ya que había vivido encerrada entre la mansión de sus padres y el establecimiento educacional, siempre transitando las calles de aquella ciudad en auto. Realmente se había perdido mucho durante su vida.
-No soy de la ciudad respectivamente, por situaciones en específico me cambié de domicilio… así que podría decir que sí, soy nueva. –Observó al joven y un suave rubor coloreó sus pálidas mejillas, podía recordar que nunca había tenido una conversación fluida con alguien del sexo opuesto y era extraño, mas no incómodo.- La verdad conozco una mínima parte de lo que es este lugar, al parecer me he perdido de muchas cosas- Un toque de melancolía se hizo notar en su rostro mientras observaba lo que podía ver del parque desde aquella banca, era extraño pensar que había vivido tan cerca y a la vez tan lejos de todo lo que en ese momento le rodeaba. Realmente era extraño, ante aquel pensamiento un extraño sabor amargo se expandió por su paladar.
Lelahel
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La chica era dulce, era linda y tenia el encanto de aquellos que bien conocía. Lelahel no perdía el tiempo, ahora entendía porque se había acercado a ella, como una abeja atraída por la miel, pues se trataba de un nephilim, algún descendiente de uno de sus hermanos, tenia esa hermosa chispa divina, y por eso se sentía tan protector con ella.
Hola Minha - comento sonriente al escuchar su nombre, que era suave y femenino como ella. Observo por unos momentos el libro que la chica sostenía en sus manos, mas no lo conocía, se había perdido de muchas cosas mientras estaba orando en la iglesia subterránea, y era hora de experimentar el mundo moderno - pues no sabes lo que te has perdido, es una ciudad fascinante en la que vivimos - se inclino hacia delante, apoyando los codos sobre las piernas y volviendo solo un poco el rostro para mirarla - ¿conoces los canales? Son muy hermosos, deberías ir un día - recordó el agua no muy clara, pero que bajo la luz del sol brillaba cual diamante y pensó que si Minha no conocía esa parte tan esencial de la ciudad, el la llevaría.
- Te gustaría ir un día? Claro, con permiso de tus padres - ante todo, Lelahel no quería romper ninguna regla de los mortales, además que pensaba que seria una buena oportunidad para conocer mas de la misteriosa y agradable chica que esa noche se había encontrado.
La noche se hacia mas oscura a medida que algunas farolas del parque se iban apagando, y no era bueno quedarse solo con ella, si algo les sucedía, no podía revelarse su naturaleza, así que opto por una idea mas convencional - ¿quieres caminar? Puedo acompañarte a tu casa y charlamos un poco ¿Qué te parece?
Tal vez parecía algo no muy digno de alguien que acaba de conocer, pero esperaba que la linda joven no se negara, pues el parque merecía ser recorrido, y mejor mantenerse en movimiento que estático y a la merced de quien sabe que cosas. Se volvió a recargar, mirando al cielo con una sonrisa amplia, las estrellas se podían apreciar gracias a la escasa luz que ahora había en el lugar y todo tenia un aspecto mas amable.
Hola Minha - comento sonriente al escuchar su nombre, que era suave y femenino como ella. Observo por unos momentos el libro que la chica sostenía en sus manos, mas no lo conocía, se había perdido de muchas cosas mientras estaba orando en la iglesia subterránea, y era hora de experimentar el mundo moderno - pues no sabes lo que te has perdido, es una ciudad fascinante en la que vivimos - se inclino hacia delante, apoyando los codos sobre las piernas y volviendo solo un poco el rostro para mirarla - ¿conoces los canales? Son muy hermosos, deberías ir un día - recordó el agua no muy clara, pero que bajo la luz del sol brillaba cual diamante y pensó que si Minha no conocía esa parte tan esencial de la ciudad, el la llevaría.
- Te gustaría ir un día? Claro, con permiso de tus padres - ante todo, Lelahel no quería romper ninguna regla de los mortales, además que pensaba que seria una buena oportunidad para conocer mas de la misteriosa y agradable chica que esa noche se había encontrado.
La noche se hacia mas oscura a medida que algunas farolas del parque se iban apagando, y no era bueno quedarse solo con ella, si algo les sucedía, no podía revelarse su naturaleza, así que opto por una idea mas convencional - ¿quieres caminar? Puedo acompañarte a tu casa y charlamos un poco ¿Qué te parece?
Tal vez parecía algo no muy digno de alguien que acaba de conocer, pero esperaba que la linda joven no se negara, pues el parque merecía ser recorrido, y mejor mantenerse en movimiento que estático y a la merced de quien sabe que cosas. Se volvió a recargar, mirando al cielo con una sonrisa amplia, las estrellas se podían apreciar gracias a la escasa luz que ahora había en el lugar y todo tenia un aspecto mas amable.
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Su atención estaba puesta en aquel hombre que le hablaba, su rostro relajado y su cuerpo descansando en aquella banca le permitía centrarse en el mayor con una necesidad de escuchar su tranquila voz que se le antojaba absurda, ¿la estaba invitando a conocer aquello que no había visto en todos los años que llevaba en la ciudad? Aquel gesto tan encantador hizo que Minha sonriera, él realmente era un encanto al acompañarla a aquellos lugares, pues un caballero no dejaba sola a una dama y él era un muy buen caballero. Lo observó de una manera diferente, él parecía querer acercarse por alguna razón que no comprendía, pero parecía más que amabilidad, como si se tratara de un hermano mayor. Sin embargo, nunca podría saber cómo era exactamente ese sentimiento, pues era hija única.
-No es necesario preguntar a mis padres, soy mayor de edad y puedo salir de casa con quién quiera –rió en un tono bajo y melodioso, si bien era cierto la verdad es que no estaba viviendo en la mansión, sino que en el castillo con sus demás hermanos que todavía no tenía la oportunidad de conocer. Fue cuando llegó que notó lo tímida que era.- Me encantaría ir a esos lugares con usted, si no tiene algún inconveniente, claro –se sonrojó con algo de vergüenza, pues notó que se había entusiasmado tanto con la idea de conocer que no había pensado que quizás el joven tenía alguna pareja celosa o muchas responsabilidades, después de todo los jóvenes protagonistas de libros nunca estaban solos.
Se levantó de su asiento y con mucha calma le sonrió, estaba dispuesta a caminar por el parque y después ir a la ciudad, para que él no notase lo que era.- Sería un placer dar un paseo por el parque, no lo conozco en su totalidad -debía ser un secreto bien guardado. Ladeó la cabeza levemente mientras pensaba en las palabras del joven, ¿acaso la ciudad era peligrosa? Como siempre había estado de guardaespaldas y sirvientes nunca lo había notado, tampoco salía a esas horas, quizás fue una suerte encontrarse con ese hombre antes de que le ocurriera algo.-
-No es necesario preguntar a mis padres, soy mayor de edad y puedo salir de casa con quién quiera –rió en un tono bajo y melodioso, si bien era cierto la verdad es que no estaba viviendo en la mansión, sino que en el castillo con sus demás hermanos que todavía no tenía la oportunidad de conocer. Fue cuando llegó que notó lo tímida que era.- Me encantaría ir a esos lugares con usted, si no tiene algún inconveniente, claro –se sonrojó con algo de vergüenza, pues notó que se había entusiasmado tanto con la idea de conocer que no había pensado que quizás el joven tenía alguna pareja celosa o muchas responsabilidades, después de todo los jóvenes protagonistas de libros nunca estaban solos.
Se levantó de su asiento y con mucha calma le sonrió, estaba dispuesta a caminar por el parque y después ir a la ciudad, para que él no notase lo que era.- Sería un placer dar un paseo por el parque, no lo conozco en su totalidad -debía ser un secreto bien guardado. Ladeó la cabeza levemente mientras pensaba en las palabras del joven, ¿acaso la ciudad era peligrosa? Como siempre había estado de guardaespaldas y sirvientes nunca lo había notado, tampoco salía a esas horas, quizás fue una suerte encontrarse con ese hombre antes de que le ocurriera algo.-
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Con pasos lentos y seguros, el paseo por el parque comenzó en compañía de Minha. Las manos en los bolsillos de forma que mantenía ocupados sus dedos con un caramelo que llevaba en uno y las llaves en el otro, manteniendo en todo momento la atención sobre la hermosa chica- por favor, no me llames de usted, llámame JaeJoong o Jae, como gustes, si? – finalmente estiro la mano y ofreció el dulce a su compañera.
Hay muchas cosas que ver, aunque tal vez la próxima vez gustes venir más temprano, se encuentra lleno de vida, y es un buen lugar a la luz del sol – la vereda del parque se abría ante ellos, bordeando el lago que se encontraba al centro y que llevaba hacia el gran lago a un costado por medio de un canal, uno de los muchos que se encontraban en la ciudad – ven, vayamos por aquí – ofreció gentilmente su mano a la chica, para que la siguiera por el césped recién cortado y pudieran tomar uno de sus atajos favoritos – por aquí descubrí un buen lugar donde poder observar el lago, dicen que de noche se pueden ver criaturas en el agua – seguía contándole a Minha, mientras la llevaba.
Espero que no se preocupen mucho por ti, aunque yo lo haría si fueras mi hija, por eso te llevare hasta tu hogar para ver que llegues bien, pero primero… - estiro la mano que llevaba libre, mostrándole la mejor vista del lago, entre unos árboles y como la luz de las farolas reflejaba en el. Aunque el aire soplaba frio, el paisaje era tan bello que debía contemplarse por algunos minutos, aun asi, se volvió hacia ella - ¿tienes frio?
Hay muchas cosas que ver, aunque tal vez la próxima vez gustes venir más temprano, se encuentra lleno de vida, y es un buen lugar a la luz del sol – la vereda del parque se abría ante ellos, bordeando el lago que se encontraba al centro y que llevaba hacia el gran lago a un costado por medio de un canal, uno de los muchos que se encontraban en la ciudad – ven, vayamos por aquí – ofreció gentilmente su mano a la chica, para que la siguiera por el césped recién cortado y pudieran tomar uno de sus atajos favoritos – por aquí descubrí un buen lugar donde poder observar el lago, dicen que de noche se pueden ver criaturas en el agua – seguía contándole a Minha, mientras la llevaba.
Espero que no se preocupen mucho por ti, aunque yo lo haría si fueras mi hija, por eso te llevare hasta tu hogar para ver que llegues bien, pero primero… - estiro la mano que llevaba libre, mostrándole la mejor vista del lago, entre unos árboles y como la luz de las farolas reflejaba en el. Aunque el aire soplaba frio, el paisaje era tan bello que debía contemplarse por algunos minutos, aun asi, se volvió hacia ella - ¿tienes frio?
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¿No hablar formal? Entreabrió un poco sus labios mientras la idea de hablarle de esa forma a un hombre paseaba por su mente, era extraño, pero eso es lo que hacía la gente a su edad, ¿verdad? Asintió en silencio aceptando la idea de llamarlo de manera más cercana, debía admitir que le gustaba, pero le parecía un poco… ¿vergonzoso? Sí, nunca había hablado de esa forma con un hombre, los hijos de los amigos de sus padres siempre le habían hablado de manera muy formal y ella a ellos. Una vez más podía escuchar a su madre diciéndole desde alguna parte del mundo que él no era una buena persona sólo por sus ropas, ¿qué importaba eso? Un poco de peligro estaba bien para ella y la vida tan aburrida que había mantenido hasta ese momento.
Tomó el dulce y susurró un leve “Gracias” mientras lo guardaba como si se tratase del tesoro más valioso que alguna vez pudo recibir, ni los millones que tenía en su cuenta bancaría se podían comparar a ese simple gesto, el primer regalo de una persona que había conocido por sí misma, todo un logro. De pronto vio la mano del joven y llevó su vista hacia el rostro del mayor, Jae la estaba invitando a un lugar secreto, un lugar que sólo él conocía y aquella aventura se le antojó maravillosa. Por primera vez desde que tenía cinco años sonrió de manera infantil, se sentía una niña al lado de él, una niña que podía aprender sobre el mundo que la rodeaba y no a través de hojas, sino con sus propios ojos. Tomó su mano con una confianza que había mantenido escondida con recelo hasta ese día, él lograba causar esa extraña sensación en MinHa, esa sensación de ignorancia hambrienta, de protección y confianza. Con él se sentía a gusto.
-¿Me ves como tu hija? –Preguntó divertida, pues si él fuera su padre su vida hubiese sido diferente, al menos hubiese tenido uno presente. De cierta forma sus palabras le provocaron molestia en alguna parte de sí, aunque intentó ignorarlo, no es como si supiera por qué había sentido eso tampoco. Prefirió seguir caminando, pues caminar sobre el césped, entre todas esas ramas y humedad era todo un desafío para sus costosos zapatos. Fue entonces cuando el joven tomó unas ramas y el rostro de la pequeña Bigeneri se iluminó, la luz de la luna y los faroles se reflejaba en la superficie del agua tan tranquila como aquella noche. Separó levemente los labios, la sorpresa de ver todo ese mundo escondido la hacía sentir pequeña y algo perdida, ¿por qué nunca había visto la ciudad desde ese punto de vista? Hasta las pequeñas estrellas se reflejaban en el tranquilo lago, ignoraba el frío que se sentía en el aire, pues lo que veía era algo que sólo podría atesorar una vez en toda su vida.
-¿Ah? P-pues sí, un poco –contestó un poco aturdida, la sensación de pequeñez frente al gran mundo que siempre había estado ahí aturdía sus sentidos volviéndola lenta, era como si siempre hubiese estado ahí, esperando que ella lo viera. Observó al hombre algo sonrojada por su vergonzoso titubeo, no sabía cómo expresar su gratitud al haberle enseñado lo que todavía no conocía de la ciudad en la cual había vivido desde que tenía uso de razón.- Gracias… De verdad, muchas gracias.
Tomó el dulce y susurró un leve “Gracias” mientras lo guardaba como si se tratase del tesoro más valioso que alguna vez pudo recibir, ni los millones que tenía en su cuenta bancaría se podían comparar a ese simple gesto, el primer regalo de una persona que había conocido por sí misma, todo un logro. De pronto vio la mano del joven y llevó su vista hacia el rostro del mayor, Jae la estaba invitando a un lugar secreto, un lugar que sólo él conocía y aquella aventura se le antojó maravillosa. Por primera vez desde que tenía cinco años sonrió de manera infantil, se sentía una niña al lado de él, una niña que podía aprender sobre el mundo que la rodeaba y no a través de hojas, sino con sus propios ojos. Tomó su mano con una confianza que había mantenido escondida con recelo hasta ese día, él lograba causar esa extraña sensación en MinHa, esa sensación de ignorancia hambrienta, de protección y confianza. Con él se sentía a gusto.
-¿Me ves como tu hija? –Preguntó divertida, pues si él fuera su padre su vida hubiese sido diferente, al menos hubiese tenido uno presente. De cierta forma sus palabras le provocaron molestia en alguna parte de sí, aunque intentó ignorarlo, no es como si supiera por qué había sentido eso tampoco. Prefirió seguir caminando, pues caminar sobre el césped, entre todas esas ramas y humedad era todo un desafío para sus costosos zapatos. Fue entonces cuando el joven tomó unas ramas y el rostro de la pequeña Bigeneri se iluminó, la luz de la luna y los faroles se reflejaba en la superficie del agua tan tranquila como aquella noche. Separó levemente los labios, la sorpresa de ver todo ese mundo escondido la hacía sentir pequeña y algo perdida, ¿por qué nunca había visto la ciudad desde ese punto de vista? Hasta las pequeñas estrellas se reflejaban en el tranquilo lago, ignoraba el frío que se sentía en el aire, pues lo que veía era algo que sólo podría atesorar una vez en toda su vida.
-¿Ah? P-pues sí, un poco –contestó un poco aturdida, la sensación de pequeñez frente al gran mundo que siempre había estado ahí aturdía sus sentidos volviéndola lenta, era como si siempre hubiese estado ahí, esperando que ella lo viera. Observó al hombre algo sonrojada por su vergonzoso titubeo, no sabía cómo expresar su gratitud al haberle enseñado lo que todavía no conocía de la ciudad en la cual había vivido desde que tenía uso de razón.- Gracias… De verdad, muchas gracias.
Lelahel
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Había un cierto aire de familiaridad con ella, y no podía negar. Le gustaban los nephilim, eran suaves, delicados y hermosos. Pero Minha... era incluso más que eso. Una de sus anécdotas más agradables, desde que había llegado al mundo humano, habían sido en compañía de algún nephilim, por lo que en realidad les tenía en alta estima, además de descender de su propia raza.
- mi hija? - pregunto con una pequeña risa, mientras se acomodaba para recargarse en un árbol. La verdad era que el ya tenía un hijo, uno que nunca había conocido, y por momentos se preguntaba como habría sido su vida de haber renunciado a la inmortalidad para quedarse al lado de Tiffany y criar juntos al pequeño Joe. Pero el llamado de la misión era muy fuerte, llevándolos por caminos diferentes, aunque similares. Un suave movimiento de cabeza basto para negar, pues si bien podría decirse que era como una hija, más bien la veía como una hermana, una hermana pequeña o incluso una musa - soy muy joven para tener hijos! - comento finalmente, sonriendo amplio, pasándole una mano por el cabello.
Lentamente paso su brazo alrededor los hombros femeninos para darle cobijo junto a él, sin apartar la mirada del frente, donde las ondas que viajaban en el agua, de manera misteriosa empezaron a ser más frecuentes en varios puntos del lugar. Parecía que entonces era hora de marcharse de allí - ven, luego te contare porque no es muy bueno estar a estas horas en este lugar.
- mi hija? - pregunto con una pequeña risa, mientras se acomodaba para recargarse en un árbol. La verdad era que el ya tenía un hijo, uno que nunca había conocido, y por momentos se preguntaba como habría sido su vida de haber renunciado a la inmortalidad para quedarse al lado de Tiffany y criar juntos al pequeño Joe. Pero el llamado de la misión era muy fuerte, llevándolos por caminos diferentes, aunque similares. Un suave movimiento de cabeza basto para negar, pues si bien podría decirse que era como una hija, más bien la veía como una hermana, una hermana pequeña o incluso una musa - soy muy joven para tener hijos! - comento finalmente, sonriendo amplio, pasándole una mano por el cabello.
Lentamente paso su brazo alrededor los hombros femeninos para darle cobijo junto a él, sin apartar la mirada del frente, donde las ondas que viajaban en el agua, de manera misteriosa empezaron a ser más frecuentes en varios puntos del lugar. Parecía que entonces era hora de marcharse de allí - ven, luego te contare porque no es muy bueno estar a estas horas en este lugar.
Última edición por Lelahel el Miér Mar 19, 2014 12:09 pm, editado 1 vez
Reiyel
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-Realmente... no quisiera ser su hija -bajo la cabeza algo sonrojada, pues no estaba acostumbrada a emitir esa clase de comentarios, iba en contra de la educación que había recibido. Pero veía al joven y era exactamente lo que pensaba, ella ya tenía un padre aunque fuera lo suficientemente ausente como para haber sido criada por la servidumbre y si un hombre deseaba formar parte de su vida no quería que fuera exactamente como un padre. Prefirió mantener la boca cerrada de los siguientes pensamientos que se formaron en su cabeza, no quería que la malinterpretara, o quizás era el miedo a que pensara algo errado de su persona. Haber compartido tan poco con otras personas la hacía un ser un poco disfuncional y lo sabía, pues nadie la conocía mejor que ella misma.
La reacción de Jae no terminaba de calzar en su cabeza, una persona normal sólo hubiese reído y hubiese hablado sobre la diferencia de edad que ambos tenían, pero él sólo dijo que era muy joven. Ladeó la cabeza y lo observó olvidando por completo el sonrojo que pintaba su rostro.- Deberías contarme en estos momentos, el viaje es algo... largo. -Tomó las hebras de su largo cabello entre sus dedos de la mano que no sostenía el libro y deslizó su mano en un movimiento que se le antojaba una manía recurrente en las féminas, Debía admitir que el joven era extraño de cierta manera, ¿y si se trataba de alguien como ella? ¿Existían más personas con alguna clase de poder además de la gente que vivía en el castillo?
-¿Sabes? Aunque suene un poco extraño eres diferente, ¿por qué? -preguntó directamente, y es que a ella no le agradaban los rodeos, MinHa no poseía la capacidad de filtrar o fingir algo que no había pensado, era sincera, pues no veía mal en las palabras que pudiesen salir de su boca. Quizás era un toque de inocencia, pero una dama sabía que siempre debía decir la verdad.- Tengo la teoría de que no eres humano, pues tus reacciones, incluso tu presente miedo son extraños. -Ladeó la cabeza sonriendo, de verdad no encontraba peligro en caminar por ese lugar a esas horas.
La reacción de Jae no terminaba de calzar en su cabeza, una persona normal sólo hubiese reído y hubiese hablado sobre la diferencia de edad que ambos tenían, pero él sólo dijo que era muy joven. Ladeó la cabeza y lo observó olvidando por completo el sonrojo que pintaba su rostro.- Deberías contarme en estos momentos, el viaje es algo... largo. -Tomó las hebras de su largo cabello entre sus dedos de la mano que no sostenía el libro y deslizó su mano en un movimiento que se le antojaba una manía recurrente en las féminas, Debía admitir que el joven era extraño de cierta manera, ¿y si se trataba de alguien como ella? ¿Existían más personas con alguna clase de poder además de la gente que vivía en el castillo?
-¿Sabes? Aunque suene un poco extraño eres diferente, ¿por qué? -preguntó directamente, y es que a ella no le agradaban los rodeos, MinHa no poseía la capacidad de filtrar o fingir algo que no había pensado, era sincera, pues no veía mal en las palabras que pudiesen salir de su boca. Quizás era un toque de inocencia, pero una dama sabía que siempre debía decir la verdad.- Tengo la teoría de que no eres humano, pues tus reacciones, incluso tu presente miedo son extraños. -Ladeó la cabeza sonriendo, de verdad no encontraba peligro en caminar por ese lugar a esas horas.
Lelahel
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El camino fuera del parque tranquilo, y quería que siguiera así, se sentía curioso y agradecido por haber encontrado a la joven y poder mantener una conversación amena con ella. Era una linda chica, la cercanía que sentía con ella solo le indicaba que sin duda era un nephilim, y eso le hacía ser aún más protector. Una risa nerviosa se escuchó de sus labios y su dedo tocó su nariz en un acto reflejo ante situaciones que no sabía cómo manejar.
Increíble Lelahel… miles de años y no sabes comportarte aun…
La observó con una sonrisa – bueno, supongo que si has sentido que no soy alguien… común… es porque sabes que tú tampoco lo eres… cierto? – comentó como quien conversa de lo más normal con un viejo conocido – en esta ciudad rondan criaturas que sin duda alguna se aprovecharían de una linda chica solita en el parque – le pasó la mano por el cabello con suavidad y la apoyó en el hombro contrario.
Podría detenerse a contarle un sinfín de cosas por las que era peligroso estar fuera de casa a horas como esa, pero tampoco trataba de asustarla, si no solo de cuidarle.
¿Sabes quién eres en realidad? – preguntó con curiosidad, mientras pasaban bajo una de las farolas del camino. Sus ojos se cerraron un momento, recorriendo el parque con su divinidad, asegurándose que nadie más quedaba en el lugar – tu vienes de alguien como yo, no sé si es tu padre o tu madre, pero por eso pude acercarme a ti – detuvo sus pasos y se situó frente a ella, con los brazos cruzados y una cálida sonrisa.
Un ruido se escuchó en el lugar, uno muy suave y como de algo que se rompía, luego se detuvo. Lelahel suspiró y nuevamente se escuchó, hasta que detrás de él, tres enormes pares de alas aparecieron, llenas de ojos cerrados. Hacía ya mucho tiempo que no las usaba, las mantenía guardadas porque no había razón para hacerlo, aunque siempre se mantenía en alerta por cualquier situación. Unos pasos lo llevaron alrededor de la chica, y estiró su mano hacia ella – ven, te mostrare muchas cosas si lo deseas.
Increíble Lelahel… miles de años y no sabes comportarte aun…
La observó con una sonrisa – bueno, supongo que si has sentido que no soy alguien… común… es porque sabes que tú tampoco lo eres… cierto? – comentó como quien conversa de lo más normal con un viejo conocido – en esta ciudad rondan criaturas que sin duda alguna se aprovecharían de una linda chica solita en el parque – le pasó la mano por el cabello con suavidad y la apoyó en el hombro contrario.
Podría detenerse a contarle un sinfín de cosas por las que era peligroso estar fuera de casa a horas como esa, pero tampoco trataba de asustarla, si no solo de cuidarle.
¿Sabes quién eres en realidad? – preguntó con curiosidad, mientras pasaban bajo una de las farolas del camino. Sus ojos se cerraron un momento, recorriendo el parque con su divinidad, asegurándose que nadie más quedaba en el lugar – tu vienes de alguien como yo, no sé si es tu padre o tu madre, pero por eso pude acercarme a ti – detuvo sus pasos y se situó frente a ella, con los brazos cruzados y una cálida sonrisa.
Un ruido se escuchó en el lugar, uno muy suave y como de algo que se rompía, luego se detuvo. Lelahel suspiró y nuevamente se escuchó, hasta que detrás de él, tres enormes pares de alas aparecieron, llenas de ojos cerrados. Hacía ya mucho tiempo que no las usaba, las mantenía guardadas porque no había razón para hacerlo, aunque siempre se mantenía en alerta por cualquier situación. Unos pasos lo llevaron alrededor de la chica, y estiró su mano hacia ella – ven, te mostrare muchas cosas si lo deseas.
- alas:
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No comprendía muy bien las palabras del joven, la verdad hace mucho había dejado de entender lo que le rodeaba o simplemente nunca lo entendió, los años encerrada no le habían dado conocimiento sobre las costumbres de las personas normales, ni siquiera entendía por qué no debía leer un libro en la noche, le parecía extraño. De cualquier forma un chico como él no le parecía común y podía ser su falta de conocimiento en el ámbito de “gente común”, pero nunca había visto a alguien lleno de cadenas y con una vestimenta… sacada de una película que ya había visto.
Sin embargo, parecía que concordaba con los cambios que había notado en su cuerpo, cambios muy extraños que no había visto en nadie y la verdad no sabía quienes eran sus padres sanguíneos.- Sí, he sentido que no eres normal y no conozco mis orígenes, pero… -dejó de hablar al notar que el joven había dejado de caminar para posicionarse frente a ella, ¿qué estaba ocurriendo? Lo observó a los ojos con tranquilidad a la espera de que él dijera algunas palabras, pero recibió algo muy diferente.
Escuchó un sonido muy extraño y observó a su alrededor buscando la fuente de ese ruido, había jurado que estaban solos pero al parecer se había equivocado. De pronto unas enormes alas aparecieron en la espalda de JaeJoong, las cuales tenían algo que parecía ser ojos cerrados, como si fueran una extensión de su cuerpo, como si estuviesen vivas, como si en cualquier momento fuesen a mirarla. Tapó su boca con ambas manos para reprimir un grito de espanto, estaba muy asustada y su cuerpo temblaba por completo, sentía que en cualquier momento iba a desmayarse. ¿Qué era?
Escuchó las palabras del desconocido como una invitación incluso a descubrir por qué la habían llevado a ese castillo, ¿qué ocurría? Su mueca de terror fue menguando al ver los ojos del ser y como si un impulso hubiese tomando control de su cuerpo tomó su mano con la palma de ambas manos, casi como si fuese a caer. Con un rostro un poco más relajado, pero confundido, miró al hombre con la boca entre abierta, sin poder sacar palabras de su boca.
Sin embargo, parecía que concordaba con los cambios que había notado en su cuerpo, cambios muy extraños que no había visto en nadie y la verdad no sabía quienes eran sus padres sanguíneos.- Sí, he sentido que no eres normal y no conozco mis orígenes, pero… -dejó de hablar al notar que el joven había dejado de caminar para posicionarse frente a ella, ¿qué estaba ocurriendo? Lo observó a los ojos con tranquilidad a la espera de que él dijera algunas palabras, pero recibió algo muy diferente.
Escuchó un sonido muy extraño y observó a su alrededor buscando la fuente de ese ruido, había jurado que estaban solos pero al parecer se había equivocado. De pronto unas enormes alas aparecieron en la espalda de JaeJoong, las cuales tenían algo que parecía ser ojos cerrados, como si fueran una extensión de su cuerpo, como si estuviesen vivas, como si en cualquier momento fuesen a mirarla. Tapó su boca con ambas manos para reprimir un grito de espanto, estaba muy asustada y su cuerpo temblaba por completo, sentía que en cualquier momento iba a desmayarse. ¿Qué era?
Escuchó las palabras del desconocido como una invitación incluso a descubrir por qué la habían llevado a ese castillo, ¿qué ocurría? Su mueca de terror fue menguando al ver los ojos del ser y como si un impulso hubiese tomando control de su cuerpo tomó su mano con la palma de ambas manos, casi como si fuese a caer. Con un rostro un poco más relajado, pero confundido, miró al hombre con la boca entre abierta, sin poder sacar palabras de su boca.
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Como tenia tanto tiempo sin encontrar un nephilim, y a la vez siempre se la pasaba entre zephiros, tal vez había perdido el toque de sensibilidad con aquellos que no conocían su verdadera naturaleza. Tal vez había sido muy pronto para revelarle a Minha sus alas, que eran casi todo lo contrario a lo que se piensa de las alas de un celestial, blancas y hermosas. Las suyas eran 6, llenas de ojos, pero así era como Dios se las había dispuesto "para vigilar siempre". La mueca de horror en el rostro de la hermosa chica pronto fue disminuyendo, aunque la sorpresa aún se dejaba ver sin duda alguna, pero cuando tomo su mano, Lelahel la atrajo hacia el con suavidad, para abrazarla y regalarle una cálida sonrisa - me disculpo por el atrevimiento, no quería asustarte - sus alas inferiores rodearon el cuerpo de la mujer, y con las 4 restantes emprendió el vuelo sobre el parque, primero a poca altura, aunque después fue incrementando.
Nadie nos puede ver, es la ventaja de ser lo que soy - comentó al tiempo que la ayudaba a dar vuelta para que pudiera apreciar la vista, las alas la sostenían y el mismo con uno de sus brazos, mientras con el otro acariciaba el suave cabello femenino - he estado vigilando la ciudad por algunos años - pronto pasaron sobre el lago que habían visto recientemente, la luz de la luna se reflejaba en él y hacia que todo se viera realmente hermoso - tal vez parezca extraño, pero puedes elegir creer mis palabras o no.
Abajo, en el parque, se podían apreciar las pocas personas que quedaban a esa hora, y que como el mismo le había planteado a Minha, algunos ya iban de regreso a sus hogares, mientras otros aún se quedaban allí. Rogó porque nada malo les sucediera, nunca se sabía quién andaba rondando los alrededores, pues así como el mismo se habían presentado ante la chica, cualquier otro ser con otras intenciones podía haberlo hecho.
Ves ese edificio que esta allá? - señalo mientras volaban un poco más alto, y con una mano señalaba la casa de los cuervos, el lugar que siempre, desde su llegada al mundo, había sido su hogar - allí es donde puedes encontrarme cuando necesites de mí, siempre estaré dispuesto a escucharte y ayudarte.
Parecía que era hora de bajar, o de irse de esa forma hasta la casa de Minha, le dejaría a ella la decisión.
Nadie nos puede ver, es la ventaja de ser lo que soy - comentó al tiempo que la ayudaba a dar vuelta para que pudiera apreciar la vista, las alas la sostenían y el mismo con uno de sus brazos, mientras con el otro acariciaba el suave cabello femenino - he estado vigilando la ciudad por algunos años - pronto pasaron sobre el lago que habían visto recientemente, la luz de la luna se reflejaba en él y hacia que todo se viera realmente hermoso - tal vez parezca extraño, pero puedes elegir creer mis palabras o no.
Abajo, en el parque, se podían apreciar las pocas personas que quedaban a esa hora, y que como el mismo le había planteado a Minha, algunos ya iban de regreso a sus hogares, mientras otros aún se quedaban allí. Rogó porque nada malo les sucediera, nunca se sabía quién andaba rondando los alrededores, pues así como el mismo se habían presentado ante la chica, cualquier otro ser con otras intenciones podía haberlo hecho.
Ves ese edificio que esta allá? - señalo mientras volaban un poco más alto, y con una mano señalaba la casa de los cuervos, el lugar que siempre, desde su llegada al mundo, había sido su hogar - allí es donde puedes encontrarme cuando necesites de mí, siempre estaré dispuesto a escucharte y ayudarte.
Parecía que era hora de bajar, o de irse de esa forma hasta la casa de Minha, le dejaría a ella la decisión.
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Las disculpas del mayor sonaban como un eco lejano en su cabeza, como si no estuviese en el mismo lugar que la joven, la cual todavía sentía el miedo reinar en su cuerpo, todo era distinto a lo que estaba acostumbrada, todo su mundo de cuatro paredes se estaba derrumbando al entender que habían más seres como ella, como él y más que no conocía. No sabía exactamente lo que el mundo le ofrecía, la verdad no sabía como contestar a todo lo que estaba viviendo y eso le taladraba en la cabeza al punto de parecer que fuera a explotar.
Iba a decir algo, pero su lengua se negaba a trabajar como se supone que debía hacerlo, era primera vez que se enfrentaba a un miedo tan grande como ese, pero una parte de su cabeza supo que al menos estaría preparada para los siguientes seres que podría ver. Nada de eso fue importante una vez que los brazos del hombre la envolvieron, levantó la cabeza observando los ojos ajenos con un rostro más relajado y lleno de curiosidad, algo más cercano a la sorpresa agradable que la impactante de hace unos momentos. Un leve movimiento y ya se encontraba suspendida en el aire, un leve sonido de asombro se escapó de sus labios al entender lo que estaba pasando.
Estaba volando.
Las caricias hicieron lo suyo, poco a poco el miedo abandonó su cuerpo para sentirse aliviada y serena, tranquila como hacía años no se sentía. No quería parecer imprudente, por lo que no quería contarle su historia familiar ni mucho menos que apenas conocía el mundo exterior, prefería dejar esa información para su siguiente salida, si es que la tenían. No conocía los peligros a los que podría estar expuesta, no conocía la gente que vivía en la ciudad ni mucho menos los sentimientos que podrían provocarle. El contacto humano que recordaba era básico, casi nulo y los libros no la preparaban para ver alas... ni mucho menos alas con ojos.
Aquel último pensamiento le hizo querer observar más abajo, donde sentía aquel suave cosquilleo que suponía eran las alas, ¿los ojos no se sentían? Quizás eran sólo un adorno de las alas, pero eso no deseaba averiguarlo. Pronto observó el lugar señalado por el mayor, parecía solitario, incluso más que la mansión en la que vivía con anterioridad, por suerte ahora vivía con otros que parecían tener los mismos poderes que ella o incluso más, eso no le importaba realmente, lo que le preocupaba es que todavía no había visto a ninguno de ellos.- Tu hogar parece más grande de lo necesario, ¿no te sientes solo viviendo ahí? -Preguntó con curiosidad sin siquiera notar que ya estaba comenzando a tutear al ser alado, no sabía exactamente cuando había pasado, cuando la confianza había superado su educación. Debió ser cuando le reveló el secreto de su origen.
Ante la señal del hogar ajeno pensó en el suyo y quizás ya era hora de responder con la verdad, si él sabía lo que era y viceversa ya no había nada que esconder, al menos esperaba volver a verlo.- ¿Puedes ir a dejarme a casa? Si no vuelvo podrían preocuparse -Señaló en dirección al refugio de los suyos, no deseaba utilizar mucho tiempo del alado y era un poco sarcástico hablar de preocupación cuando el único que sabía de su existencia era Berrik.
Iba a decir algo, pero su lengua se negaba a trabajar como se supone que debía hacerlo, era primera vez que se enfrentaba a un miedo tan grande como ese, pero una parte de su cabeza supo que al menos estaría preparada para los siguientes seres que podría ver. Nada de eso fue importante una vez que los brazos del hombre la envolvieron, levantó la cabeza observando los ojos ajenos con un rostro más relajado y lleno de curiosidad, algo más cercano a la sorpresa agradable que la impactante de hace unos momentos. Un leve movimiento y ya se encontraba suspendida en el aire, un leve sonido de asombro se escapó de sus labios al entender lo que estaba pasando.
Estaba volando.
Las caricias hicieron lo suyo, poco a poco el miedo abandonó su cuerpo para sentirse aliviada y serena, tranquila como hacía años no se sentía. No quería parecer imprudente, por lo que no quería contarle su historia familiar ni mucho menos que apenas conocía el mundo exterior, prefería dejar esa información para su siguiente salida, si es que la tenían. No conocía los peligros a los que podría estar expuesta, no conocía la gente que vivía en la ciudad ni mucho menos los sentimientos que podrían provocarle. El contacto humano que recordaba era básico, casi nulo y los libros no la preparaban para ver alas... ni mucho menos alas con ojos.
Aquel último pensamiento le hizo querer observar más abajo, donde sentía aquel suave cosquilleo que suponía eran las alas, ¿los ojos no se sentían? Quizás eran sólo un adorno de las alas, pero eso no deseaba averiguarlo. Pronto observó el lugar señalado por el mayor, parecía solitario, incluso más que la mansión en la que vivía con anterioridad, por suerte ahora vivía con otros que parecían tener los mismos poderes que ella o incluso más, eso no le importaba realmente, lo que le preocupaba es que todavía no había visto a ninguno de ellos.- Tu hogar parece más grande de lo necesario, ¿no te sientes solo viviendo ahí? -Preguntó con curiosidad sin siquiera notar que ya estaba comenzando a tutear al ser alado, no sabía exactamente cuando había pasado, cuando la confianza había superado su educación. Debió ser cuando le reveló el secreto de su origen.
Ante la señal del hogar ajeno pensó en el suyo y quizás ya era hora de responder con la verdad, si él sabía lo que era y viceversa ya no había nada que esconder, al menos esperaba volver a verlo.- ¿Puedes ir a dejarme a casa? Si no vuelvo podrían preocuparse -Señaló en dirección al refugio de los suyos, no deseaba utilizar mucho tiempo del alado y era un poco sarcástico hablar de preocupación cuando el único que sabía de su existencia era Berrik.
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Era una chica agradable, suave y alguien que definitivamente quería tener cerca. Lelahel atesoraba bien a las personas, más que nada porque el tiempo le había quitado a muchas de las más valiosas en su vida. El suave perfume de la chica le hizo sonreír, en realidad no pensaba en que había cometido una imprudencia al revelarle su identidad a la pequeña nephilim, sino todo lo contrario, ya que si ella lo deseaba así, sería su protector y aliado. Jamás olvidaría a la chica del parque, y quería saber tanto de ella, como ella le dejara saber.
Escuchó con atención sus palabras, si, parecía que por esa noche, las emociones habían sido suficientes y era hora de volver a casa. Por suerte nadie les podía ver, la divinidad que emanaba del zephiro impedía que los ojos mortales pudieran siquiera distinguir algo en el cielo. Aunque no era lo mismo para otros inmortales, aunque confiaba en el Señor, que nadie atentaría contra él esa noche, y que todo estaría bien hasta dejar a Minha en su hogar – no me siento solo, porque realmente nunca lo estoy, Dios está conmigo siempre – aunque podía ser un celestial fuera de lo común, la verdad era que por dentro, seguía siendo el mismo, con un amor incorruptible hacia el creador.
- Bien, entonces a casa será – comentó en un tono amable, sonriendo para la chica, un par de metros más allá, bajaría y entonces la llevaría caminando, para no despertar ninguna sospecha de como ambos habían aparecido de la nada.
Tal vez otro día iría a buscarla, estaba bastante emocionado por ella, pero claro, se acercaría hasta donde ella le permitiera. Un par de calles más adelante, bajo de forma silenciosa y donde no había humanos, apareciendo así entre las sombras de la mano de la chica – caminemos, aun no sé dónde es tu casa – susurró viendo hacia el frente, esperando por ella para caminar juntos, podía elegir leer su mente, pero ese tipo de invasión era algo que el no se permitía.
Escuchó con atención sus palabras, si, parecía que por esa noche, las emociones habían sido suficientes y era hora de volver a casa. Por suerte nadie les podía ver, la divinidad que emanaba del zephiro impedía que los ojos mortales pudieran siquiera distinguir algo en el cielo. Aunque no era lo mismo para otros inmortales, aunque confiaba en el Señor, que nadie atentaría contra él esa noche, y que todo estaría bien hasta dejar a Minha en su hogar – no me siento solo, porque realmente nunca lo estoy, Dios está conmigo siempre – aunque podía ser un celestial fuera de lo común, la verdad era que por dentro, seguía siendo el mismo, con un amor incorruptible hacia el creador.
- Bien, entonces a casa será – comentó en un tono amable, sonriendo para la chica, un par de metros más allá, bajaría y entonces la llevaría caminando, para no despertar ninguna sospecha de como ambos habían aparecido de la nada.
Tal vez otro día iría a buscarla, estaba bastante emocionado por ella, pero claro, se acercaría hasta donde ella le permitiera. Un par de calles más adelante, bajo de forma silenciosa y donde no había humanos, apareciendo así entre las sombras de la mano de la chica – caminemos, aun no sé dónde es tu casa – susurró viendo hacia el frente, esperando por ella para caminar juntos, podía elegir leer su mente, pero ese tipo de invasión era algo que el no se permitía.
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