De Seúl a Brujas aún había bastante camino por recorrer, sin embargo decidió hacer una parada en París ¿La razón? Uno de sus “protegidos” estaba ahí. A pesar de ser tan rebelde como era no podía evitar tomar esa tarea pues en parte dicha persona le proporcionaría la información necesaria, misma que le ayudaría en demasía en la nueva ciudad a donde iría.

Bostezó tapándose los labios con el dorso de la mano cuando estuvo ya fuera del aeropuerto no podía negar que agradecía la “fortuna” que poseía por su trabajo, sumado a que su familia adoptiva había depositado una gran cantidad de dinero en su cuenta como “recompensación” por el daño causado. Les odiaba y no podía negarlo excepto a sus hermanitas, aquellas chicas eran su adoración. Salió del lugar acomodando la mochila en su espalda, una algo grande pero con la ropa necesaria para aquel par de días en París pues sus cosas ya estaban camino a Brujas.

Decidió que antes de irse a encerrar al hotel sería interesante el conocer la ciudad, yendo primero a la mayor atracción turística de la misma: La Torre Eiffel. Los caminos, aunque estaban llenos de gentes, realmente eran tranquilos, podía olvidarse de todo por un momento y eso era agradable. Los jardines que aquella Torre eran más que hermosos pues demostraban lo bien cuidados que estaban, cosa que le daba cierta risa pues era irónico como las personas cuidaban ciertas cosas y otras las olvidaban por completo pero ese era un defecto humano. Sus pasos siguieren por aquel lugar cuando vio una gran cantidad de gente reunida alrededor de alguien que interpretaba el violín, “nada mal” pensó mientras apoyaba su espalda en un muro cercano, cruzándose de brazos pues había alcanzado a visualizar a la chica y realmente era hermosa, hermosa y talentosa algo que era muy raro ver; permaneció un tanto alejado pero lo suficientemente cerca para escucharla y poder verla, esperando a que todos se alejaran-

-Permaneció en su lugar, apoyando la espalda en aquel murete y cruzando sus brazos a ala altura del pecho; su cabeza halló reposo de igual forma y mientras la chica seguía tocando solo se delimitó a cerrar los ojos y escuchar. Claro estaba que la mujer era realmente atractiva pero la pieza era digna de reconocer.

Uno a uno se fueron yendo los oyentes que hacía unos instantes rodeaban a la mujer, quedando unos cuantos que platicaban. Abrió los ojos arreglando su chaqueta para acercarse a ella al escuchar su suspiro- No es tan bueno que una bella dama suspire de esa manera... ¿A caso mal de amores? -Esbozó una sonrisa ligeramente ladina, no solía ser del tipo de persona tan interesada en la vida ajena, solamente aprovechó aquella oportunidad para poder platicar con la ajena ¿La razón? Quizás porque estaba aburrido y la chica era hermosa. Observó con detenimiento con con anterioridad guardaba en el instrumento con delicadez, recordado un poco su propia vida "musical" y entendiendo la atención a dicho objeto-