Era una noche un tanto tranquila, caminaba lentamente por aquellos solitarios callejones que anteriormente una noche ajena a esta había conocido; observaba hacía el cielo pero sin mirar un punto fijo, solo caminaba en esa extraña pero no cómoda posición, hasta que sentí un leve calambre en mi cuello decidí caminar normal, mi sorpresa fue la que me lleve al ver en un callejón como varios hombre los cuales podía describir perfectamente como matones  y cara de perro regañado, acorralaban a una mujer; a una indefensa y pobre mujer que sostenía con todas sus fuerza una corta falda tratando de evitar que los hombres la tocaran de cualquier manera, cosa que era prácticamente  tonta ya que los hombres de igual manera continuaban molestándola .

No Hoon Min, no debes interferir en eso me repetía mentalmente mientras por el rabillo de mi ojo comencé a observar el cuerpo de aquella mujer… Ah, ya veo porque la acorralan recorrí el cuerpo de aquella joven mujer desde sus delgadas pero formadas piernas hasta su rostro y su largo cabello atado en una coleta alta no estaba tan mal, lo suficiente para una noche de… Hoon Min, céntrate.  Continúe caminando un poco más esta vez viendo mi camino, era un largo camino; pasé de largo el callejón donde se encontraban aquellos tipos, caminé un poco más y me arrepentí de aquella decisión, retrocedí con pasos lentos hasta llegar a donde estaba aquel pequeño grupo de personas  –mhh, interesante ¿Qué pasa aquí? –  me coloqué detrás de uno de los “matones” con mi espalda completamente erguida demostrando de cierta manera mi masculinidad al instante el matón se giro a verme y prácticamente asesinarme con la mirada  já, no sabes con quien te metes, basura mis primeros pensamientos, observé al gran hombre y con grande no me refiero alto, estaba grande, hacía los lados; pero lo estaba. Me agaché un poco debido a que el tipo que parecía ser el “líder” era de menor estatura –oye gordito, ¿piensas tocar a una chica como ella? – Señalé a la señorita que aún se encontraba recargada en la pared del callejón  siendo acosada por un tipo – ¿con un cuerpo así? – palmee levemente su gran panza solo observé como el señor se molestó y alzó una mano, no era que tuviera ojos por todos lados, pero si iba a luchar contra alguien de ese tamaño tenía que hacerlo bien y con todos mis sentidos.

–  No lo creo gordito – retuve en el aire con fuerza la mano de aquel gran hombre si es que se le podía llamar así, torcí su brazo ocasionando que quedara a su espalda y por último lo tiré al frío suelo de concreto, hizo una seña y los demás matones empezaron a caminar en mi dirección mientras el otro se sobaba la muñeca, observé en la dirección de la chica, realmente me iba a lamentar esto pero con la mirada le indiqué que se fuera, que corriera lo más rápido que pudiera, la señorita asustada tomo las pocas cosas que llevaba las cuales habían caído anteriormente al suelo y se fue corriendo. Los matones seguían rodeándome, eran tres; tres tipos no mayores que yo en estatura tal vez en edad si, estaban musculosos eso no lo iba negar. Punto débil Hoon Min, búscalo, observé a los tres tipos por separado  brazos, piernas, abdomen bien Hoon Min ahora ponlo en práctica. Uno de los tipos se me acercó claramente con intenciones de golpearme, me dio un leve golpe a puño cerrado en el abdomen, de inmediato reaccioné y llevé mi puño cerrado hasta su quijada seguido de otro golpe en el abdomen, dejándolo un poco sofocado debido a que di con su punto débil se quedó tirado en el suelo. Un segundo tipo ¿Por qué estoy haciendo esto? Negué con mi cabeza y en un rápido movimiento alcé la pierna dando una patada con fuerza directo a sus piernas también quedó tirado en el suelo junto a su “colega”, seguido observé directo al tercer tipo quien al verlo directo a los ojos salió corriendo, vaya que hombre tsk.

Observé a los otros tres tirados en el suelo y sonreí de medio lado, sacudí mis manos y me di media vuelta para salir del callejón , ya fuera del callejón caminé un poco y pude observar una silueta, no conocida pero sabía que esa persona sabía que había dejado ir una mujer, esa persona no debía saber que yo era un incubo; eso sería malo, observé con más detalle la silueta, no me interesó descubrir quién era, simplemente me di media vuelta y comencé a caminar con pasos lentos y calmados.

La noche era cálida y tranquila, las discusiones de sus padres se habían calmado y se sentía relajado... hacía ya mucho tiempo que no sentía esa clase de paz. Salió a caminar, tal vez encontraría alguien para calmar su sed... eso le haría sentir aún más tranquilo. Continuó con la caminata, metiéndose por las calles más oscuras, seguramente encontraría alguien desprevenido.

Tras algunos minutos de caminata, sintió que el sonido de sus pasos era acompañado por los de alguien más. Eran... si, zapatos de mujer. Miró hacia adelante y se encontró una mujer de suaves curvas y corta falda. Iba en su misma dirección, por un momento pensó en atacarla pero... le recordó a su madre cuando era joven... no pudo. Simplemente siguió caminando sigilosamente tras de ella, quien se iba alejando cada vez más, acelerando el paso.

En un momento, pudo observar que la mujer giró por un callejón y logró escuchar voces, voces masculinas mezcladas con la voz histérica de la mujer, aunque no comprendía lo que decían. Al acercarse más escuchó casi claramente las voces, luego... ¿silencio?, y los tacos de la mujer nuevamente que al parecer corría. Lleguó cerca del callejón frunciendo el ceño, de dónde vio salir caminando tranquilamente un atractivo joven.

Realmente no comprendía lo que había sucedido, sólo se enfocó en la figura de ese joven que lo dejó intrigado. Mordió su labio inferior mientras caminaba tras de el, había logrado ver su rostro un segundo cuando salía del callejón. Parecía una presa oportuna pero... su instinto le decía que no intentase atacarlo. Aunque... tal vez podría intentar. Se acercó al extraño y poniéndose a su lado, tan directo como es, intentó entablar una conversación. — Hola... ¿qué haces caminando por aquí tan tarde? — Habló suavemente, para no asustarlo, seductor y educado, con una sonrisa de lado que no pudo ocultar.

Continuaba caminando mientras observaba de reojo la sombra que al parecer había comenzado a seguirme, no tararía mucho en venir, lo sabía, giré mirada completamente hacia enfrente, no necesitaba ver como la sombra se acercaba, lo sentía y no precisamente necesitaba habilidad alguna para saberlo, su aura era un aura diferente; menos podía dejar que descubriera quien y que era , caminaba normalmente, no tenía ni debía sentirme asustado, después de todo quien fuera o más bien lo que fuera debía descubrir porque me seguía o si simplemente me seguía por mera curiosidad. Sentía como esa persona y se aura un tanto fuerte se acercaban cada vez más y pasó, la sombra llego por detrás y se posicionó a mi costado lanzándome una directa pregunta, quitándole un poco de importancia pare mi andar unos pocos segundos para observar a la persona, era un chico; un atractivo chico de menor estatura quien ahora me observaba con unos ojos atentos, aquel chico había utilizado una voz un tanto suave que yo más bien describiría como relajada, gire nuevamente mi vista al frente y seguí caminando al mismo ritmo con el que anteriormente lo había pero esta vez esperando que el chico me siguiera - nada realmente, simplemente caminaba - encogí un poco lo hombros haciendo un leve gesto con los labios abultandolos ligeramente.

-Aunque...- gire levemente mi cabeza para con mi mirada darme cuenta si el chico me seguía o no, volví nuevamente la mirada hacia enfrente, lo menos que quería era caerme después de todo era un área de callejones, los conocía; tantos recorridos por el mismo concreto ya desgastado por el pasar de los años, desde que había llegado a Brujas debía encontrar un lugar para resguardarme cuando mis impulsos aparecieran, ya que era joven; pero de alguna manera estos callejones terminaron siendo mi refugio, el refugio que presenció mis cambios que poco a poco se fueron dando. -¿te importaría caminar un poco más, me seguirás?- sonreí de medio lado, el tener un acompañante por una noche no sería mala idea -¿te quedarás ahí o es que quieres algo? - pregunte aún sin quitar mi sonrisa ladina y ahora un tanto burlona -o...¿acaso viste lo que sucedió?- busque los ojos del chico para observarlo directamente.

Al escuchar su pregunta, el chico frenó el caminar dejándolo desconcertado por unos segundos, hasta recibir respuesta. Apenas separó sus labios para contestarle, volvió su vista hacia el frente y comenzó a caminar nuevamente, cerró su boca para dejarle hablar y se quedó observándolo.

Escuchó que le hacía una pregunta, lo invitaba indirectamente a seguirlo. Vio que el contrario sonreía y comenzó a caminar nuevamente a su lado, antes de que pudiese responderle dio vuelta su rostro y le preguntó algo otra vez, notó que buscaba mirarlo a los ojos, por lo que lo miró intensamente y al fin respondió. — Te seguiré... lo único que busco, es un poco de compañía. — Le dijo de forma segura, sin dejar de mirarlo. — Y... si te refieres a los sonidos que provenían del callejón hace unos minutos, es un misterio para mi. — Le sonrió de lado. Notó en la mirada contraria que por alguna razón, el sabía lo sucedido y lo estaba ocultando... le intrigaba pero después de todo, no era de su incumbencia. Tal vez luego, se lo contaría.

— Pensé que era el único loco a quien se le ocurría salir a caminar a estas horas de la noche... pero, qué modales los míos. — Rió suavemente y miró hacia el suelo mientras caminaba a su lado. — Gusto en conocerte, llámame Ezreal. — Dijo relajado, y en ese momento deseó que el otro no lograra ver el destello rojizo de mis ojos. Es algo que ocurría cada vez que revelaba aquel nombre con el que lo bautizaron desde que ocurrió su transformación, unos segundos en los que su naturaleza era revelada a través de sus ojos, tan sólo siguió mirando hacia el suelo.

Me quedé observando al chico de menor estatura en busca aún de su mirada logrando encontrarla por unos breves segundos para perderla nuevamente debido a que el chico comenzó  a hablar explicando que el no había visto nada, ya que le consideraba un misterio   –vaya, ¿no crees que es un poco peligroso caminar solo por la noche en estos callejones un tanto abandonados? – sonreí nuevamente de medio lado y recorrí al chico con mi mirada mi sonrisa se estaba volviendo un tanto burlona e irónica nuevamente hasta que otra vez volví a sentir ese aura el cual no era el aura que usualmente emanaba una persona “normal “ pero continué con mi sonrisa, no iba a dejar que el chico se diera una mínima idea. Ya que en ningún momento detuvimos la marcha, continuábamos caminando ambos uno al lado del otro  – jó, ¿me estás diciendo loco? – reí levemente  – siempre que salgo a caminar suelo venir a estos callejones, son como mi refugio – comenté antes de seguir escuchando atentamente al chico  – Ezreal  – repetí lentamente y no pude evitar soltar una leve risita  – tu nombre – sonreí  – es real – comencé a reír un poco más fuerte mientras seguíamos caminando una pequeña broma con su nombre no haría daño, coloque nuevamente mi sonrisa  burlona en el rostro y continuaba riendo, me retorcía un poco mientras caminaba debido a la risa hasta que giré a ver al chico que al parecer se había quedado serio y que observaba sola y únicamente hacia el suelo.

Sus ojos, tenían un leve destello rojo, lo sabía; sabía que este chico no era normal seguidamente proseguí a decirle mi nombre  – Hoon Min, puedes llamarme así  –  observé nuevamente al chico que aún veía al suelo y seguía ese leve destello e sus ojos, y vino a mi mente aquella frase tan famosa que la gente solía decir mucho para meter morbo a las personas La curiosidad mató al gato la diferencia aquí era que yo no era un gato y mucho menos iba dejar que la curiosidad me matara   – y dime, ¿Qué haces por aquí tan noche? Aparte de buscar un poco de compañía, claro – . Anteriormente mi cuerpo ya se había puesto alerta en la pequeña batalla que había concluido  por lo tanto podía entrar en alguna fase que me permitiera saber que clase de chico era con el que me encontraba, esta era una decisión que dependía meramente de mi; si entraba en semejante fase mis ojos cambiarían de color de inmediato, era una decisión difícil pero yo no iba a quedarme con la duda, mientras caminábamos seguía observando a chico que había perdido su brillo rojizo en los ojos, cayó una hoja en su hombro   – oh, una hoja  – comenté después de hacer un leve gesto con la cara y me acerque a quitarle la hoja del hombro, mientras le quitaba esa hoja, el no podría ver mis ojos; al acercarme, ahí fue cuando mis ojos cambiaron a un tono negro, al tocar el hombro del chico retiré la mano de inmediato, regresé a mi lugar anterior para seguir caminando y mis ojos volvieron a la normalidad… Strigoi. Sonreí ladinamente   – dime ¿Qué tan seguido vienes por aquí?¿es la primera vez? – pregunté.

Continuó caminando sin mirar al otro, pero notando como aún buscaba sus ojos. Escuchó la primer pregunta y sonrió levemente. El contrario hizo una mala broma con su nombre pero Ezreal seguía concentrado en el suelo, por lo que no se permitió siquiera esbozar una pequeña sonrisa. Así que... Hoon Min, ese era el nombre del chico.

Mientras caminaban y Hoon Min le hablaba, pasaron por debajo de una arboleda, por donde corrió una suave brisa que hizo caer una hoja sobre su ropa. Antes de que pudiese pensar en quitársela, ya tenía la mano del otro chico encima de su hombro. Fue en esos segundos donde sintió una energía extraña y repentina, eléctrica, recorrer todo su cuerpo. El... no era un ser normal, era seguro que no podría alimentarse de el... pero ¿a dónde llegaría esto entonces?, ¿qué clase de ser sería? Tan sólo decidió dejarse llevar. — No me parece peligroso en lo absoluto, el miedo definitivamente no es una de mis cualidades. ㅡ Respondió firmemente. — Entonces, Hoon Min... tan sólo salí a caminar, en busca de paz, cosa que al contrario de muchos, es algo que no encuentro estando en soledad. ㅡ Rió despacio. —Creo que al decir eso último soy yo el que ha quedado como un loco... pero ser cuerdo es aburrido ¿no crees? ㅡ Alzó la mirada, al fin podía observar al otro chico directo a los ojos. Lo miró de forma penetrante, tratando de cautivar aquellos ojos, podría saber a través de ellos si realmente era una criatura diferente..

Al alzar la mirada pudo también observar en detalle aquel rostro. Su piel se veía tersa y ligeramente canela, se detuvo en sus labios, carnosos, que le generaban aún más tensión. Ahora podía notar que era realmente alto y mucho más atractivo de lo que se veía de lejos, perfecto para... no, Ezreal, relajado, pensó. Se mordió el labio inferior, y luego sonrió confiado sin dejar de mirarlo. Su mirada era electrizante al igual que aquel roce, y aquello lo ponía ansioso. — Me molestan un poco los pies, debería sentarme... ¿te gustaría acompañarme en esa banca? ㅡ Se sintió idiota haciendo un comentario de ese tipo pero... la verdad era que sus zapatos lo estaban matando, después del largo trayecto que había hecho desde casa. Más allá de eso, sentía la necesidad de entablar una conversación tranquilamente. Señaló una vieja banca de madera que se encontraba al costado del callejón, acercándose hacia ella.

Escuchando atentamente mientras me distraía un poco observando lo que había a mi alrededor; eso era lo que hacía hasta que caí en cuenta de que haciendo eso me veía como un completo idiota, el estar de frente a un Strigoi era interesante, probablemente era principiante, no cualquiera deja ver ese brillo carmesí en sus ojos   – No,  ciertamente no es peligroso; pero todo podría pasar, únicamente debes cuidarte de cualquier cosa, sin excepción –  coloque mi sonrisa que hasta ese momento no la tenía, una sonrisa normal  – ya que todo puedes pasar – dije con una sonrisa ahora un tanto burlona casi deletreando las palabras y después reí, una risa floja más que nada  – ya veo, si como te digo yo suelo venir a caminar aquí solo, no me gusta mucho la compañía que digamos –  asentí levemente pero después fruncí el ceño  – ¿paz? No creo que unos callejones oscuros  más una caminata nocturna sea la ideal para conseguir paz o librarse un poco – no, no para una persona normal; si para un Strigoi  – no, no lo creo; realmente todos tenemos una pizca de locura dentro pero hay otro que simplemente la guardamos y derrepente –  todo eso lo dije con una voz un poco baja casi susurrando y me quedé en silencio unos segundos  – pam , la dejamos salir – hice un sonido fuerte mientras movía mis manos  y justo después de eso me eche a reír vamos Hoon Min, tranquilo te estás descontrolando alcé la mirada y pude observar por segunda vez en la noche los ojos de aquel chico, en sus ojos podía ver esa mirada que claramente no era normal,  un tanto entre cautivadora y sensual, así la describiría yo.

Alce aún  más la mirada para lograr observar el cielo, era un cielo gris; no había estrellas   – el cielo está gris – comenté como si no fuera ya obvio, también hacía aire, cuando volví la mirada nuevamente para continuar caminando sorprendí a mi ahora acompañante observándome ¿Cómo decirlo?... Detenidamente, esta vez lo observé sonreír  pero en ningún momento dejó de verme. Mientras ambos estábamos en silencio, era un silencio neutro que por alguna razón ninguno decidió romper así que aproveché para observar lentamente al chico, era menor en estatura en edad quizá sería mayor también, sus rostro era de rasgos finos  cabe mencionar claro, que su piel es  blanca y se tiene la sensación de verse tersa; su rostro en general pues… no estaba mal Hoon Min, vamos céntrate . Pude lograr observar que veía con aún más detenimiento mis labios y seguido de esto como se mordía su labio inferior, simplemente alcé una  ceja y lo observé directamente escuchando aquella proposición que no sonaba del todo mal, yo no tenía nada que hacer, solo había salido a caminar a mi refugio como siempre solía hacerlo, aunque no me gustara una compañía no me vendría mal de vez en cuando  – bien, vamos Ezreal – deletree su nombre y sin esperarlo me dirigí hasta la banca que el  joven con piel blanca había señalado antes  – y dime – sonreí  burlonamente  – ¿tanto te gustan? – pregunté señalando con el dedo índice mis labios claro sin quitar aquella sonrisa que de bueno no tenía nada.

El contrario dijo algunas cosas, a las que difícilmente pudo responder, estaba alienado mirándolo. Le quitó finalmente los ojos de encima al escuchar su afirmativa a la invitación y se sentó en la banca, relajado, echando un momento su cabeza hacia atrás. Luego volvió la vista al chico y esperó a que se sentase. Una vez que estuvo a su lado, escuchó aquella pregunta... entonces había sido muy evidente en la forma de mirarlo. Es algo que aún no podía controlar... de todos modos ¿qué clase de pregunta es esa? Si quería jugar, pues... le daría juego.

Sonrió mostrando sus dientes. No era una sonrisa burlona, ni cínica, era más bien sincera ante una pregunta tan directa. — Me encantan, Hoon Min. ㅡ Respondió con un grado aún más alto de sinceridad, mirándolo nuevamente a los ojos. — Lo siento si he sido indiscreto. ㅡ Rió, era obvio que no lo sentía, hizo silencio quitando nuevamente su vista de él.

Teniéndolo ahora a su lado, podía sentir más intensamente su aura, y una especie de tensión que crecía entre ambos, de esa clase de tensión algo... Ezreal, basta. No quería terminar tirándose encima de este ser aún extraño para el, ¿o tal vez si? Rió interiormente, realmente le costaba controlar su instinto, sus impulsos. Luego del pequeño momento de silencio, cambió sutilmente de tema. — Caminé bastante para llegar hasta este lugar, me siento cansado. ¿Tu vives por aquí? ㅡ Echó nuevamente su cabeza hacia atrás mientras se apoyaba en el respaldo de la banca, cerrando apenas los ojos, dejando escapar un suspiro que sin quererlo sonó bastante... provocador.

Al observar la sonrisa del contrario sonreí de medio lado, ya sabía  la respuesta de mi acompañante ¿tan rápido había caído ya en mis redes? Bien,  que el juego apenas empezaba  ¿sentirlo? bah, si no fuera porque a veces podía ser bastante idiota y porque mis sentidos estaban empezando a reaccionar. Era cierto que normalmente era una buena persona y lo podría demostrar en el hecho que había pasado hace algunos minutos atrás el dejar ir a un posible y muy buena presa; pero también era bastante cierto que cuando me provocabas, me encontrabas y no solamente en las batallas o pequeñas peleas. Después de aquello nos quedamos en silencio, nuevamente ese silencio donde simplemente se podía sentir la tensión, la tensión que estaba gracias a ambos; una clase de tensión nada habitual para ser mas especifico. A pesar de no estar en aquel estado en el que podía saber qué clase de chico era el que se encontraba plácidamente sentado a mi lado podía percibir su aura, gracias a mis habilidades había logrado saber que no era un chico normal pero nuevamente gracias a mis habilidades había logrado saber qué clase de chico era; por lo tanto sentía su presencia ahora que estaba al lado y también la sentí desde que salí de aquel callejón, era una presencia que ahora no podía borrar, ya sabía a quién pertenecía.

Me quedé observando una vez más a mi acompañante detenidamente, observando ahora no su rostro, si no su cuerpo; un cuerpo para nada formado,  pero si atractivo esa complexión delgada y esa piel blanca eran de pecado; un pecado que yo tarde o temprano terminaría con él.  Estaba observando detenidamente hasta que me interrumpieron las palabras del chico y me dediqué a escucharlas atentamente ¿cansado? ¿qué tanto podría haber caminado? Yo podía hacer que se cansara aún más – yo… ¿Qué tanto caminaste? – pregunté curioso pero seguido negué con la cabeza –yo – gire la mirada hacia todos lados y alcé un brazo señalando con el dedo índice una dirección hacia enfrente – yo vivo hacía allá – sonreí ladinamente – aunque… – alcé el otro brazo señalando otra dirección diferente con el otro dedo índice  – creo que también hacía allá – negué con la cabeza nuevamente y con el primer brazo que había señalado, señalé otra dirección más – o puede ser por allá me eche a reír cínicamente – no muy cerca de aquí, pero tampoco lejos – el hecho no era si vivía cerca o no, el hecho es que había caminado hasta mi refugio que ha sido el mismo desde que era aún más joven de lo que soy ahora. Me puse de pie y observé en dirección al cielo gris y una ráfaga de viento golpeo mi rostro, dejando ver como mis ojos poco a poco empezaban a cambiar de color, no era tan notorio sin embargo; tampoco dejaría que el chico lo viera del todo, giré la mirada hasta mi acompañante y me agache un poco para quedar a la altura de su oído preparándome para susurrar algo – ¿debería enseñarte por donde vivo? – murmuré a su oído con una voz bastante ronca y me erguí nuevamente observando al chico.

Aún teniendo los ojos cerrados, podía sentir que ahora era el otro quien lo observaba con detenimiento. Percibía su mirada penetrante sobre el cuerpo, como lo recorría. Abrió los ojos al oír que le hablaba, le hizo una pregunta y luego comentó sobre algún lugar respondiendo a la suya. Señalo hacia un lado, luego otro, y otro. Rió junto a él, se imaginó hacia donde iban esos comentarios.

Sintió como se acercaba el contrario, sin haberle dejado responderle aún le hizo una pregunta más. Si, definitivamente sabía hacia donde iba todo esto... la voz ronca, esa pregunta que llevaba tal vez una proposición por detrás. Se estremeció entero al oírlo, y se cuestionó en esos segundos si era él quien había caído en sus redes o al reves, así tan rápidamente, aún siendo completamente extraños el uno para el otro. O podría ser, que los dos habían caído en las redes de nuestro propio instinto.

No tardó en responderle, en tono relajado, tratando de disimular la tensión ya meramente sexual que se percibía en el aire. — Caminé alrededor de 1 kilometro. ㅡ Sonrió, dejando entrever nuevamente sus afilados caninos. Se acercó al otro, a un par de centímetros del rostro, fijando los ojos en sus labios. — Muéstrame. ㅡ Fue todo lo que dijo, en tono suave y con voz aterciopelada. ¿Desearían los dos lo mismo?

Sonreí  pícaramente al escuchar la afirmativa de mi acompañante – ¿debería? – Respondí  lentamente con un tono ya un tanto excitante – esta noche buscabas algo de compañía ¿o me equivoco? – reí vagamente – una buena y útil compañía de vez en cuando no viene mal – comenté acercándome  aún más al chico si era posible, alcé un brazo dejando ver mi mano izquierda y apreté con un poco de fuerza su lóbulo izquierdo, no era nada ni significaba nada en especial, lo había hecho por mera tentación, después de aquello procedí a lanzarle una mirada penetrante, me di media vuelta y empecé a caminar en dirección a mi hogar si es que así podía llamarle, no esperé a que el chico me siguiera; yo sabía que lo haría.

Caminando por los largos y oscuros pero para mi cómodos callejones suponiendo que el chico me seguía por detrás, llevaba un tiempo ya caminando, mi “hogar” estaba cerca pero no lo suficiente como para llegar en breves minutos,  con cada paso que daba mi hambre sexual aumentaba cada vez más provocando un cambio en mis ojos, eran ahora de color diferente y se notaba en ellos un destello, un destello que era de ganas, hambre y ansias de sexo; como solía ser algunas veces, más que nada cuando encontraba una “presa fácil ”  lo cual en ocasiones no se dificultaba tanto.

Caminando un poco más de tiempo fue como llegué a un gran edificio, ahí era donde había rentado un apartamento especialmente para estos casos, era cierto que frecuentemente satisfacía  mi hambre sexual, pero no lo haría en mi verdadera casa. Antes de entrar al edifico giré levemente hacía atrás para lograr observar al chico y sonreír burlonamente – ¿querías saber donde vivo? –.

Oyó como el chico hacía una pregunta, que más bien era una afirmación. Se dibujó una sonrisa en los labios de Ezreal, en respuesta a su risa casi lasciva, y de un momento a otro sintió como le tocaban el lóbulo. Pudo sentir nuevamente ante aquel roce esa sensación electrizante en todo el cuerpo, ocasionada por la energía del ser contrario. El joven lo miró directo a los ojos, y en absoluto silencio comenzó a caminar hacia adelante. Se levantó para seguir al contrario, su silencio y su mirada claramente eran una invitación.

Caminó lentamente detrás del otro, su aura podía percibirse aún más oscura que los callejones que recorrían. El camino fue medianamente largo, y Ezreal simplemente observaba hacia adelante y ocasionalmente hacia el cielo, hacia la inmensa luna que era la única iluminación en aquellas callejas. Su mente se mantuvo prácticamente en blanco durante aquel recorrido, se encontraba invadido de deseo, ya había despertado su instinto y no podía pensar en nada más.

El contrario lo sacó de sus pensamientos, al escuchar el comentario y levantar la vista para encontrarse con un alto edificio. Al volver la vista hacia el chico, pudo ver un destello diferente en sus ojos, percibía su deseo. Sonrió ante aquello, y se acercó lentamente hacia el, tomándole una mano, esperando provocar esa sensación electrizante en ambos. — Es un lindo lugar, pero... ¿me llevarás dentro? — Rió, mirándolo a los ojos ya sin poder ocultar aquel destello rojizo en los propios. — Vamos, chico extraño. Quiero conocerte mejor. — Dijo aquellas últimas palabras con voz aterciopelada, hipnotizante, aún sin soltar la mano contraria y se mordió el labio inferior.

El hambre sexual que sentía en esos momentos era ya algo natural para mí, pero el hecho de ser natural para mí no quería decir que  pudiera controlarla mucho menos que no quisiera saciarla, continuaba observando al chico quien sonrió y caminó lentamente en mi dirección, mis ojos cambiaban aún más de color; el chico cuando se acercó lo más posible tomó mi mano , en esos momentos, mi mente solo pensaba en sexo sexo y más sexo, como lo que era no tenía espacio para sentimiento alguno, muchas veces cuando era aún más joven y repentinamente salía a saciar mi hambre de sexual volvía a casa y me quedaba reflexionando que era lo que acababa de hacer, cuando era joven y tenía tan solo una pizca de sentimientos; no lograba el comprender porque hacía ese tipo de cosas hasta que simplemente fui pasándolo de largo y así fue como me adapté a lo que soy y me puse en mente que nunca iba a cambiar, ahora no quería que nada cambiara. En cuanto el chico tomó mi mano mis ojos se iluminaron un poco más, no de emoción como una colegiala si no de aún más deseo y sin ningún momento quitar mi sonrisa burlona del rostro, al escuchar lo que el chico de baja estatura había dicho solo sonreí ladinamente – sus deseos son ordenes – lo jalé levemente delante de mi soltando su mano – por ahora – susurré en su oído y esta vez caminé yo pasando por enfrente de él, entrando al edificio.

Entré por la gran puerta del edificio haciéndole una seña tipo militar sonriendo del lado  al portero, el ya sabía que yo no iba todos los días ahí; pero si la mayoría, suponiendo que el chico me seguía por detrás solo me dediqué a caminar derecho para poder entrar en el ascensor. Una vez estando fuera del ascensor y en el pasillo en el que se encontraba mi apartamento giré la mirada hacia atrás ahora con un brillo en los ojos que cuando yo veía podía calificar como macabro, sabía que eso siempre pasaba pero realmente nunca me había visto a mi mismo del todo, esperé a que el chico llegara hasta mi lado y señalé una puerta con el número “666” indicado en la puerta, en el edificio había cien apartamentos por cada piso, cabe mencionar que por mas obvio que fuera el mío se encontraba en el piso número seis. – Ahí vivo – dije observando al chico y me estiré un poco para lograr alcanzar su brazo y jalarlo cerca de mí, abriendo esta vez la puerta que casi nunca me molestaba en ponerle seguro alguno, solo cuando me encontraba dentro de;  jalé al chico frente a mí y lo adentré en el apartamento, cerré la puerta observando un poco hacia afuera donde se alcanzó a ver un poco el brillo en mis ojos que eran ahora negros, al cerrar la puerta observé directamente al chico, coloqué una manos recargada en la puerta para acorralarlo – mi casa, mis reglas; desde ahora mando yo y no tú – reí macabramente – está casa no es realmente donde vivo – dije haciendo comillas con mis dedos en la palabra “casa” – este apartamento es especialmente para gente como tú – le guiñe un ojo riendo para después con nada de gentileza pasar una mano por detrás de su cuello – pero de igual manera, ya me conoces al menos un poco – comencé a atraer al chico hacia mi comenzando a besar salvajemente su cuello dejando uno que otro chupón.

Dejó que el contrario lo acercase hacia el, cuando al susurrarle, se le erizó la piel. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba siguiéndolo por los pasillos del lugar, e ingresando al ascensor, donde como pudo controló sus impulsos de tirársele encima ahí mismo.

Todo, hasta el brillo en los ojos de este sujeto, estaba envuelto en una aura tremendamente oscura. Cualquier otro ser ni siquiera se hubiese acercado a este joven pero inexplicablemente, y sabiendo que se ponía a si mismo en peligro, se sentía terriblemente atraído. Ensimismado en sus pensamientos, se sorprendió en el momento en que el contrario lo tomó del brazo e inmediatamente lo acorraló contra la puerta ya dentro del apartamento. Dijo algunas palabras, que casi sonaban como una amenaza, y en respuesta a ello el propio organismo del vampiro volvió sus ojos completamente rojos, destellantes y desafiantes ante el brillo oscuro de los ojos ajenos. Suspiró al sentir una de sus manos rozarle la delicada piel del cuello.

Tenía muy claro que no le gustaba ser dominado, pero ¿quien sería este joven? que en tan sólo en ¿una hora? de conocerse, logró que sólo pensara en tenerlo encima suyo, haciéndole lo que a el le plazca. La sed sexual de este sujeto parecía ser mayor a la del vampiro, así como su poder. Se arriesgaba y lo sabía, pero de tan sólo pensar en el peligro, más ganas tenía de quedarse en ese lugar, con ese extraño que le hacía sentir de esa forma, sin algún otro sentimiento de por medio.

Dejó escapar algunos suspiros suaves, a causa de aquellos salvajes besos, pero pronto empujó al contrario, haciendo uso de su fuerza física innata, separándolo. Miró al chico a los ojos, los propios se encontraban aún completamente rojizos, ya no podía ocultar lo que era, y volviendo a acercarse sonrió lascivo. Lo tomó del rostro, y sin darle tiempo a realizar otra acción delicadamente fundió sus labios con los ajenos, que tanto deseaba desde el primer momento, en un beso profundo. Los saboreaba, los mordía, entre tanto y tanto su lengua luchaba contra la contraria por algo de control.

Seguí entretenido con el blanco cuello del chico hasta que sentí un empujón, uno que no me esperaba, a pesar de haber estado en todos mis sentidos  por lo cual, caí al suelo que no estaba ni frío ni caliente o probablemente yo no lo sentí por la temperatura de mi cuerpo, seguidamente aún sin quitar la mirada de encima de mi acompañante vi como sonrió y solo me comencé a reír lo que el calló con un profundo beso, uno sin sentimiento pero sin embargo era una beso suave, a mi no me gustaba lo suave ni delicado; que era ¿una mujer? No señor, aquí las cosas se manejaban salvajes, me separé bruscamente de él y con un poco de concentración en segundo, logré usar una de mis variadas habilidades una pequeña “trampa” no haría mal; aparecí detrás de él y continuamente le di un empujón para que callera completamente al suelo. – Como te dije, mi casa mis reglas, aquí mando yo – sonreí de medio lado, una sonrisa macabra más que nada; me coloqué arriba de ese pequeño pero esbelto y bien formado cuerpo cabe mencionar que su piel blanca era de las cosas que más me atraía. Comencé a mover placenteramente mis caderas contra las del contrario agachándome para besar el cuello ajeno, no eran besos en si; eran más que nada mordidas, un beso sobre su suave cuello, otro beso y otro más hasta que dejé de besar y morder constantemente para empezar con lametones, después volví nuevamente hasta sus labios y los besé, no era un beso tierno ni suave, mucho menos con sentimientos; era un beso más que nada pasional, carnal, lascivo de mero deseo y curiosidad de explorar el cuerpo ajeno,  comencé a colar mis manos bruscamente por debajo de la playera ajena, repasando y memorizando solo por una noche aquel tórax y abdomen completamente planos y suaves y a pesar de la temperatura que se empezaba a sentir desde hace tiempo, fríos; realmente no me sorprendía. Al comenzar a  levantar la playera del contrario con ambas de mis manos sin dejar de mover mis caderas, haciendo levemente movimientos circulares;  me levanté un poco para observar al chico y sonreír lascivamente – no creo que de esta salgas muy bien – comenté en un susurro, continuando con mi trabajo.

En un abrir y cerrar de ojos el chico había aparecido detrás de el, como negándose a aquel beso. Cayó al suelo de repente, golpeándose las costillas y quedando un segundo sin aire. Escuchó al contrario susurrar estando ya encima de el, y por un momento se replanteó su razón para estar ahí. Mas lo dejó pasar inmediatamente cuando el otro comenzó a mover sus caderas sobre las propias, provocándole abrir sus piernas para darle a este más comodidad.

En tanto se movía, el chico comenzó a besarlo, acompañado de una traviesa mano que se colaba debajo de sus ropas. Había cerrado los ojos dejándose llevar por aquellas salvajes caricias, todo iba tremendamente bien hasta ese punto. Pero al oír la corta frase que dijo el contrario, todos sus sentidos se pusieron alerta. Abrió sus ojos, y pudiendo percibir el aura ajena al fin pudo saber lo que era. Un Incubo. Aquella actitud, le recordó a quien lo había convertido y por su cabeza pasaron miles de recuerdos destructivos en milésimas de segundos.

El contrario proseguía con sus actos, pero Ezreal había dejado de corresponder. No sentía miedo, pero ya no deseaba estar ahí... sus traumas se hicieron presentes y no le dejarían continuar, no se permitiría a si mismo exponerse a un peligro similar al de... aquella noche en la que todo cambió. Haciendo uso de otra de sus habilidades innatas se separó del agarre contrario, caminando a una velocidad sobrenatural para aparecer en la puerta del lugar como si se hubiese teletransportado. — Me voy, Hoon Min. Lamento dejarte en este estado. — Dijo serio, con el ya característico brillo rojizo en sus ojos, sin importarle que el otro estuviese de acuerdo o no. — En un futuro tal vez volvamos a encontrarnos, y podamos consumar lo que vinimos a hacer hoy... pero no de esta forma. — Dijo aquello último como haciendo una negación hacia si mismo, no pudiendo explicarle al otro nada más.

Sabía que el contrario le impediría irse si seguía perdiendo tiempo, por lo que haciendo uso aún de su velocidad y sin dejarle aún responder al contrario, salió por la puerta como si se tratase de una fuerte brisa. A los segundos ya se encontraba saliendo por la entrada del edificio y como si la suerte le sonriera,  un taxi pasaba por esa calle. Se subió y rápidamente aquel auto se perdió en la infinita oscuridad de la calle, impidiendo que de alguna otra forma el ser contrario lo alcanzase. Se acomodó sobre el asiento trasero del coche, y colocando una mano en su frente se relajó. ¿Qué acabo de hacer? Se planteaba. Soy un estúpido, me puse en peligro... y con un ser mucho más poderoso que yo. Estoy loco... ¡mierda!

Era obvio que necesitaba ayuda para entrenarse y controlar sus impulsos, sus deseos, su sed. Estaba seguro en un futuro no muy lejano volvería a encontrarse con ese misterioso y oscuro chico, y tal vez podrían aclarar lo que había sucedido esa noche.