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Título de trama
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Espacio libre
[Privado|Caliel] The sweet Angel and the girl of the night Miér Ago 06, 2014 9:22 amJulia V.[Akasha]
Invitado
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Correr, correr y correr era lo único que pasaba por mi mente. Estaba de cierta manera asustado, ni siquiera sabía el porque pero ahora sabía que no debía salir de noche… me podía encontrar con muchas cosas, cosas que antes ni siquiera me hubiera cuestionado su existencia pues su respuesta hubiera sido un rotundo y seco “no, esas cosas no existen “.
Sin embargo, mi vida había dado un giro casi de ciento ochenta grados, después de saber lo que yo era o más bien que especie era, gracias a mi madre. Desde que habíamos tenido la necesidad de mudarnos a Ciudad de Brujas cuando salía ya fuera a caminar por la tarde o varias veces por la noche dos habían terminado siendo mis refugios, lugares de los que nunca me olvidaría uno eran los callejones, ese era mi refugio principal y dónde ahora terminaba curiosamente y a veces después de caminar ahí buscando victimas por lo “bares de mala muerte” así era como había terminado.
El segundo lugar era el bosque, el día que ese lugar se había convertido en mi segundo escondite fue algo desastroso. Era un día común y corriente como cualquier otro, la diferencia es que yo era prácticamente nuevo en la ciudad y realmente aún no controlaba mi deseo sexual de ninguna manera, ni siquiera tenía la más mínima idea de que era ciertamente lo que sentía por eso siempre que sentía eso me asustaba, me asustaba y corría lejos, lo más que pudiera y así fue como un día llegué al bosque de la ciudad, ahí me quedaba sentado; recargado en el tronco de un árbol hasta que todo pasaba, hasta que ya no sentía nada, el bosque fue mi escondite por un poco más de tiempo ya que ahí casi nunca había nadie y podía estar solo y controlarme hasta que pasara todo y pudiera volver a casa.
Este día, me había hecho una propuesta a mi mismo, la cual era volver al bosque, volver y recordar viejos tiempos; eso debía servir para ver el “yo” del ayer y compararlo con el “yo” actual, sabía que iban a ser un tanto, bastante diferentes diría yo; mi antiguo yo, definitivamente se definiría como alguien temeroso tanto del mundo en aquel entonces desconocido, como de el mismo. Hoy, era el día, el día en que definitivamente cumpliría la meta que me había propuesto, después de un largo tiempo volvería al bosque, volvería y recordaría debía hacerlo porque yo era fuerte y sabía que podía. Estaba de pie ahí frente a los árboles, simplemente de pie observando hasta que decidí adentrarme, de pie observando no iba lograr nada. Cada paso que daba me traía recuerdos, de los más gratos hasta los más inútiles e insignificantes, dentro de este bosque habían pasado muchas cosas. Ya prácticamente dentro del bosque alcé la mirada y logré observar las verdes hojas de los árboles, la naturaleza y su belleza no eran broma.
Caminé hasta un árbol y me senté al pie de este en el fresco suelo, me recargué y cerré mis ojos, al cerrar mis ojos traía a mi todo tipo de recuerdos y pensamientos, de los más gratos hasta el más inútil e insignificante, estaba tan concentrado en mis pensamientos pero me sacó de mi concentración el ruido de algo, como alguien pisaba una rama y ésta se quebraba para ser más claros, giré la mirada para observar hacía atrás; no había nadie, le resté importancia y me giré nuevamente de frente, cerré los ojos centrándome de nuevo en mis pensamientos-
Sin embargo, mi vida había dado un giro casi de ciento ochenta grados, después de saber lo que yo era o más bien que especie era, gracias a mi madre. Desde que habíamos tenido la necesidad de mudarnos a Ciudad de Brujas cuando salía ya fuera a caminar por la tarde o varias veces por la noche dos habían terminado siendo mis refugios, lugares de los que nunca me olvidaría uno eran los callejones, ese era mi refugio principal y dónde ahora terminaba curiosamente y a veces después de caminar ahí buscando victimas por lo “bares de mala muerte” así era como había terminado.
El segundo lugar era el bosque, el día que ese lugar se había convertido en mi segundo escondite fue algo desastroso. Era un día común y corriente como cualquier otro, la diferencia es que yo era prácticamente nuevo en la ciudad y realmente aún no controlaba mi deseo sexual de ninguna manera, ni siquiera tenía la más mínima idea de que era ciertamente lo que sentía por eso siempre que sentía eso me asustaba, me asustaba y corría lejos, lo más que pudiera y así fue como un día llegué al bosque de la ciudad, ahí me quedaba sentado; recargado en el tronco de un árbol hasta que todo pasaba, hasta que ya no sentía nada, el bosque fue mi escondite por un poco más de tiempo ya que ahí casi nunca había nadie y podía estar solo y controlarme hasta que pasara todo y pudiera volver a casa.
Este día, me había hecho una propuesta a mi mismo, la cual era volver al bosque, volver y recordar viejos tiempos; eso debía servir para ver el “yo” del ayer y compararlo con el “yo” actual, sabía que iban a ser un tanto, bastante diferentes diría yo; mi antiguo yo, definitivamente se definiría como alguien temeroso tanto del mundo en aquel entonces desconocido, como de el mismo. Hoy, era el día, el día en que definitivamente cumpliría la meta que me había propuesto, después de un largo tiempo volvería al bosque, volvería y recordaría debía hacerlo porque yo era fuerte y sabía que podía. Estaba de pie ahí frente a los árboles, simplemente de pie observando hasta que decidí adentrarme, de pie observando no iba lograr nada. Cada paso que daba me traía recuerdos, de los más gratos hasta los más inútiles e insignificantes, dentro de este bosque habían pasado muchas cosas. Ya prácticamente dentro del bosque alcé la mirada y logré observar las verdes hojas de los árboles, la naturaleza y su belleza no eran broma.
Caminé hasta un árbol y me senté al pie de este en el fresco suelo, me recargué y cerré mis ojos, al cerrar mis ojos traía a mi todo tipo de recuerdos y pensamientos, de los más gratos hasta el más inútil e insignificante, estaba tan concentrado en mis pensamientos pero me sacó de mi concentración el ruido de algo, como alguien pisaba una rama y ésta se quebraba para ser más claros, giré la mirada para observar hacía atrás; no había nadie, le resté importancia y me giré nuevamente de frente, cerré los ojos centrándome de nuevo en mis pensamientos-
Maekkar [Henry]
P.B :
Henry
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Localización :
en donde haya fiesta~
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124
Fecha de inscripción :
22/06/2013
Edad :
35
Humor :
juguetón
Corre Henry… y corre lo más rápido que puedas.
Había soñado ya antes con ese lugar, un bosque a las afueras de la ciudad, pero nunca había estado en él, y le parecía extraño, aunque extraño se podía catalogar a todo lo que pasaba en esa ciudad a la que la anciana le había llevado. No era que le molestara, pues había conocido ya varias personas interesantes, algunas que desaparecieron casi después de haberles conocido, otras que esperaba volver a ver. Pero ese día, seguramente volvería a conocer alguien más, estaba seguro.
El camino del bosque estaba lleno de hojarasca seca, en algunas partes algo húmeda, pero todo parecía agradable, incluso al punto de no llevar los audífonos con la música a todo lo que daba, si no ir escuchando los sonidos que el bosque desprendía. Se sentía relajado, tal vez luego volviera a la mansión a ver a los demás chicos, pero en ese momento, quería tirarse en el suelo y rodar sobre las flores, si, algo cursi, pero no podía negar que se le antojaba demasiado, por lo que se propuso buscar algún claro, pues no quería enterrarse algunas raíces.
Pronto algo le llamo la atención, se sentía otra presencia en el bosque, por lo que sus labios formaron un suave puchero al descubrirse acompañado, aunque no sabía de quien se trataba, y aun parecía estar a algo de distancia. No le molestaba, pero si ese alguien no se sentía a gusto con alguien más en el bosque, el rodar sobre las flores tendría que dejarse para otro día, aunque realmente tenía ganas de ello.
Poco a poco camino hasta descubrir a un chico sentado junto a un árbol, parecía estar meditando y se le podía apreciar bastante sereno, tanto, que provocó en Henry una necesidad de imitarle, aunque se limitó a permanecer de pie, pensado si debía pasar de largo, o interrumpir su momento de relax.
Había soñado ya antes con ese lugar, un bosque a las afueras de la ciudad, pero nunca había estado en él, y le parecía extraño, aunque extraño se podía catalogar a todo lo que pasaba en esa ciudad a la que la anciana le había llevado. No era que le molestara, pues había conocido ya varias personas interesantes, algunas que desaparecieron casi después de haberles conocido, otras que esperaba volver a ver. Pero ese día, seguramente volvería a conocer alguien más, estaba seguro.
El camino del bosque estaba lleno de hojarasca seca, en algunas partes algo húmeda, pero todo parecía agradable, incluso al punto de no llevar los audífonos con la música a todo lo que daba, si no ir escuchando los sonidos que el bosque desprendía. Se sentía relajado, tal vez luego volviera a la mansión a ver a los demás chicos, pero en ese momento, quería tirarse en el suelo y rodar sobre las flores, si, algo cursi, pero no podía negar que se le antojaba demasiado, por lo que se propuso buscar algún claro, pues no quería enterrarse algunas raíces.
Pronto algo le llamo la atención, se sentía otra presencia en el bosque, por lo que sus labios formaron un suave puchero al descubrirse acompañado, aunque no sabía de quien se trataba, y aun parecía estar a algo de distancia. No le molestaba, pero si ese alguien no se sentía a gusto con alguien más en el bosque, el rodar sobre las flores tendría que dejarse para otro día, aunque realmente tenía ganas de ello.
Poco a poco camino hasta descubrir a un chico sentado junto a un árbol, parecía estar meditando y se le podía apreciar bastante sereno, tanto, que provocó en Henry una necesidad de imitarle, aunque se limitó a permanecer de pie, pensado si debía pasar de largo, o interrumpir su momento de relax.
Invitado
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¿Si conocía a alguien fuera de la mansión o dentro de ella? No, no realmente, los únicos que conozco dentro de la mansión tienen nombre: Daenerys, Berrik y Astrid, ellos tres eran los únicos que conocía dentro de la mansión. Teniendo mis ojos cerrados, fue como conseguí volver a mis pensamientos profundos de cómo es que había sido la vida en tiempo pasados ¿realmente el humano había sido tan caníbal? Sí, el humano tenía que ser de esa manera para sobrevivir, lástima que en los tiempos actuales uno que otro humano terminaba siendo cobarde, dejando ir su vida con algo ten estúpido, desde dagas, tijera hasta un cuchillo ¿era tan necesario suicidarse para evadir la realidad? Todo eso inundaba mis pensamientos, que realmente no era tan importante ya que no tenía significado alguno en mí, el ser un híbrido me resultaba bastante… divertido, admitiendo claro que un principio al comenzar a mostrar signos, caí en una profunda depresión dentro de mi mundo de falsedad “¿es que esas cosas existían?” imposible de creer.
Fue ese mi pensamiento, hasta que acepté la realidad, y mi impresión fue aún más grande al mudarme y descubrir que claramente sí existían y vaya que no era el único, detrás de la falsedad del mundo humano, terminó gustando el ser un híbrido, que de una u otra manera tenía que acostumbrarme. Sentí como una hoja caía sobre una de mis manos, ya que ambas descansaban plácidamente sobre mi abdomen, abrí lentamente los ojos observándola, tomé un poco de aire y soplé la hoja de mi mano, antes de volver a cerrar los ojos y relajarme nuevamente… sí, esa presencia seguía ahí, llegué un punto en el que pensé que se iría, era una presencia que no tenía un aura en si maléfica, ni mucho menos con malas intenciones, si no, ya las hubiera dado a conocer, haciéndome algo. Conocer a alguien más no estaría mal, ¿no? –Ven, acércate que no muerdo– dije en un tono de voz lo suficientemente alto para que la persona que estuviera ahí me escuchara –¿Qué te acontece estar por aquí?¿te gusta el bosque? – pregunté curioso de saber porque era que aquella persona estaba ahí, al no sentir que nadie se sentaba o mínimo se acercaba, abrí mis ojos girando hacia atrás para observar a la persona; un chico de tez blanca, ojos rasgados y labios rosas, en algún lugar lo había visto quizá, pero no le conocía –¿te conozco? –
Off: perdón por la tardanza -captó la indirecta-
Fue ese mi pensamiento, hasta que acepté la realidad, y mi impresión fue aún más grande al mudarme y descubrir que claramente sí existían y vaya que no era el único, detrás de la falsedad del mundo humano, terminó gustando el ser un híbrido, que de una u otra manera tenía que acostumbrarme. Sentí como una hoja caía sobre una de mis manos, ya que ambas descansaban plácidamente sobre mi abdomen, abrí lentamente los ojos observándola, tomé un poco de aire y soplé la hoja de mi mano, antes de volver a cerrar los ojos y relajarme nuevamente… sí, esa presencia seguía ahí, llegué un punto en el que pensé que se iría, era una presencia que no tenía un aura en si maléfica, ni mucho menos con malas intenciones, si no, ya las hubiera dado a conocer, haciéndome algo. Conocer a alguien más no estaría mal, ¿no? –Ven, acércate que no muerdo– dije en un tono de voz lo suficientemente alto para que la persona que estuviera ahí me escuchara –¿Qué te acontece estar por aquí?¿te gusta el bosque? – pregunté curioso de saber porque era que aquella persona estaba ahí, al no sentir que nadie se sentaba o mínimo se acercaba, abrí mis ojos girando hacia atrás para observar a la persona; un chico de tez blanca, ojos rasgados y labios rosas, en algún lugar lo había visto quizá, pero no le conocía –¿te conozco? –
Off: perdón por la tardanza -captó la indirecta-
Maekkar [Henry]
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Nunca había sido malo con las relaciones con otras personas, de alguna forma siempre encontraba la forma de atraer a los demás con una sonrisa. Tal vez se debía a su naturaleza vampírica, aunque no estaba seguro del todo, y hasta el momento, el resto de los híbridos que conocía, ninguno tenía la misma naturaleza que él.
Cuando el contrario abrió los ojos, después de dedicarle unas palabras, una sonrisa se asomó en el rostro de Henry, entrecerrando los ojos debido a esta, y guardando las manos en los bolsillos del pantalón, en un gesto de informalidad, como era la costumbre del chico. Henry no era para nada serio, se caracterizaba bien por ser un chico “problemático” según las palabras de algunos de sus maestros, y es que carecía de casi cualquier tipo de vergüenza y el miedo no era algo que conociera… aun.
No es que muerdas, es que estando allí, parece que invitas a que alguien te muerda a ti – ladeo la cabeza al hablar, dando unos pasos más hacia el desconocido, que si bien, era la primera vez que le veía, era alguien que en cierto modo compartía una empatía con él, de eso estaba seguro – aunque sea un mosquito el que lo haga – sin ningún tipo de pena se sentó junto a él y extendió las piernas, soltó un profundo suspiro y se dispuso a relajarse también – hey, que buen lugar has escogido, eh! – su voz sonaba alegre, llena de energía como siempre.
Me llamo Henry – se volvió solo un poco ofreciéndole la mano al otro chico, iniciando una presentación que bien podía llevar a una pequeña charla, o tal vez hasta una buena amistad.
Cuando el contrario abrió los ojos, después de dedicarle unas palabras, una sonrisa se asomó en el rostro de Henry, entrecerrando los ojos debido a esta, y guardando las manos en los bolsillos del pantalón, en un gesto de informalidad, como era la costumbre del chico. Henry no era para nada serio, se caracterizaba bien por ser un chico “problemático” según las palabras de algunos de sus maestros, y es que carecía de casi cualquier tipo de vergüenza y el miedo no era algo que conociera… aun.
No es que muerdas, es que estando allí, parece que invitas a que alguien te muerda a ti – ladeo la cabeza al hablar, dando unos pasos más hacia el desconocido, que si bien, era la primera vez que le veía, era alguien que en cierto modo compartía una empatía con él, de eso estaba seguro – aunque sea un mosquito el que lo haga – sin ningún tipo de pena se sentó junto a él y extendió las piernas, soltó un profundo suspiro y se dispuso a relajarse también – hey, que buen lugar has escogido, eh! – su voz sonaba alegre, llena de energía como siempre.
Me llamo Henry – se volvió solo un poco ofreciéndole la mano al otro chico, iniciando una presentación que bien podía llevar a una pequeña charla, o tal vez hasta una buena amistad.
Invitado
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El hecho de ser malo o bueno en cuanto a crear relaciones con otras personas, en eso, me consideraba realmente malo aparte ¿Qué tenía de bueno conocer otras personas? Sí, había algunas que si valían la pena pero existían otras que realmente a veces me llegaba a preguntar ¿cómo es que terminé conociéndole? E incluso algunas veces podía llegar a arrepentirme. – ¿Qué me muerdan? – pregunté entre un tanto extrañado y un poco risueño – vaya, no había pensado en eso, pero realmente no dejaría que me mordieran, no estando de ésta manera – reí levemente, observando al joven, quien aún se encontraba de pie – ¿un mosquito? Agh, no – negué con la cabeza. Nunca en mis antepasados y no tan cortos pero si pocos años de vida se me había facilitado tanto entablar una conversación con alguien más. Giré mi cabeza nuevamente hacía enfrente, poniendo atención a como el aire movía delicadamente las hojas de los árboles; mientras sentía como aquel joven de tez blanca se sentaba a mi lado sin pena alguna.
Cerrando mis ojos, escuchando como el joven daba grande suspiros, escuchando su comentario – ah, ¿verdad que lo es joven? – pregunté, al parecer no era al único que le gustaba la naturaleza, aunque bueno, realmente que el chico estuviera ahí no quería decir que le gustara la naturaleza. “Me llamo Henry” ah, así que ese es su nombre, fue lo primero que pensé y viré la mirada para observarle, dirigiendo mi vista hasta su mano que se encontraba amablemente extendida hacía mi persona. Tomé con gusto y educadamente la mano del joven, apretándola un poco – Mucho gusto joven Henry, mi nombre es Hoon Min, pero por aquí suelen llamarme Garth – respondí soltando la suave mano del joven. Así que era Henry, no olvidaría su nombre, podía servirme para cualquier cosa. – No respondió mi pregunta, joven Henry – comenté simplemente en clara pregunta a aquel joven sentado prácticamente a mi lado – ¿le gusta el bosque? – pregunté una segunda vez, observando hacía arriba, las hojas del árbol el cual nos cubría. Las personas solían estar en la naturaleza porque le gusta, pero una que otra persona simplemente se ponía en contacto con la naturaleza por el simple hecho se sentirse libres, este joven, tenía esas dos opciones, ser un amante de la naturaleza o querer sentirse libre.
El joven tenía una voz alegre, incluso podría decir que se ve alegre, pero no todos mostramos lo que tenemos dentro, este joven, me intrigaba, quería saber más de él, de dónde provenía, porque estaba aquí ¿era un simple humano?
Cerrando mis ojos, escuchando como el joven daba grande suspiros, escuchando su comentario – ah, ¿verdad que lo es joven? – pregunté, al parecer no era al único que le gustaba la naturaleza, aunque bueno, realmente que el chico estuviera ahí no quería decir que le gustara la naturaleza. “Me llamo Henry” ah, así que ese es su nombre, fue lo primero que pensé y viré la mirada para observarle, dirigiendo mi vista hasta su mano que se encontraba amablemente extendida hacía mi persona. Tomé con gusto y educadamente la mano del joven, apretándola un poco – Mucho gusto joven Henry, mi nombre es Hoon Min, pero por aquí suelen llamarme Garth – respondí soltando la suave mano del joven. Así que era Henry, no olvidaría su nombre, podía servirme para cualquier cosa. – No respondió mi pregunta, joven Henry – comenté simplemente en clara pregunta a aquel joven sentado prácticamente a mi lado – ¿le gusta el bosque? – pregunté una segunda vez, observando hacía arriba, las hojas del árbol el cual nos cubría. Las personas solían estar en la naturaleza porque le gusta, pero una que otra persona simplemente se ponía en contacto con la naturaleza por el simple hecho se sentirse libres, este joven, tenía esas dos opciones, ser un amante de la naturaleza o querer sentirse libre.
El joven tenía una voz alegre, incluso podría decir que se ve alegre, pero no todos mostramos lo que tenemos dentro, este joven, me intrigaba, quería saber más de él, de dónde provenía, porque estaba aquí ¿era un simple humano?
Maekkar [Henry]
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Pues sí, además que siempre es tranquilo, así cuando te apestas de ciudad, puedes venir aquí y tomar un descanso, cierto? Entonces sí, me gusta el bosque… - Henry miro al chico y entrecerró los ojos cuando sonrió. Definitivamente no pensaba encontrarse a nadie en ese lugar, y no era algo malo, pues de alguna forma, estaba acostumbrado a estar siempre rodeado de personas, y en su corta estadía en la ciudad, ya se le conocía como un buscapleitos o al menos, un chico que nunca podía quedarse tranquilo.
Después de estrechar la mano contraria, repitió el nombre en voz muy baja, casi para el mismo y luego una hoja del árbol cayó sobre su nariz, lo que le arrancó una breve risa y la tomó con sus dedos, observándola como si fuera la primera vez que veía una – si esto fuera pandora, no me podrías matar porque Eiwa me ha bendecido… (¿) – lo observó seriamente unos segundos, para luego estallar en carcajadas y dejar la hojita en el suelo.
¿Y qué andas haciendo aquí solo? En una de esas te pasa algo y nadie se enteraría, no crees? – sus manos se cruzaron bajo sus piernas y volvió a recargarse cómodamente en el árbol – tienes suerte de que haya sido yo y no un loco cualquiera, porque yo soy un loco inofensivo, sabes? – de repente comenzaba a hablar más de lo normal, y eso ya era bastante.
Una cálida brisa sopló sobre ellos, meciendo las copas de los árboles, creando suaves sonidos que a Henry le gustaban, pues aunque parecía a veces un niño grande, tenía la suficiente madurez para saber su lugar y los peligros que le rodeaban, y no por eso se mantenía desconfiado del mundo.
Después de estrechar la mano contraria, repitió el nombre en voz muy baja, casi para el mismo y luego una hoja del árbol cayó sobre su nariz, lo que le arrancó una breve risa y la tomó con sus dedos, observándola como si fuera la primera vez que veía una – si esto fuera pandora, no me podrías matar porque Eiwa me ha bendecido… (¿) – lo observó seriamente unos segundos, para luego estallar en carcajadas y dejar la hojita en el suelo.
¿Y qué andas haciendo aquí solo? En una de esas te pasa algo y nadie se enteraría, no crees? – sus manos se cruzaron bajo sus piernas y volvió a recargarse cómodamente en el árbol – tienes suerte de que haya sido yo y no un loco cualquiera, porque yo soy un loco inofensivo, sabes? – de repente comenzaba a hablar más de lo normal, y eso ya era bastante.
Una cálida brisa sopló sobre ellos, meciendo las copas de los árboles, creando suaves sonidos que a Henry le gustaban, pues aunque parecía a veces un niño grande, tenía la suficiente madurez para saber su lugar y los peligros que le rodeaban, y no por eso se mantenía desconfiado del mundo.
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