Caminaba con una sonrisa dibujada en mi rostro, de un extremo a otro para ser exactos, el hecho de estar con la persona que realmente quería, era impresionante, esa felicidad inmensa que nunca en mi vida había sentido, ahora la sentía. Caminé un poco más y tomé la mano del menor, jalándolo un poco, para sentarnos en el césped, al sentarme en el  césped, alcé uno de mis brazos, para revisar el reloj que reposaba en mi muñeca Vaya, ya es hora fue lo primero que se vino a mi mente. Ese día el cual lo tenía completamente libre había decidió invitar a Min Ki a pasear, realmente no creía que hubiera algo mejor que estar con él, porque; simplemente porque era mi pareja, y quería estar con él. Curioso cierto, ¿Cómo alguien como yo puede llegar a querer?  Incluso llegar a tener una pareja, yo también me preguntaba lo mismo, incluso teniendo tiempos difíciles de debates mentales conmigo mismo. Observé levemente al menor, sonriendo –Min Ki, ¿me esperarías aquí un rato? no tardo – pregunté y sin esperar respuesta inmediata del menor, me puse de pie, el lugar no estaba tan lejos, lo sabía ya que anteriormente me había dado a la tarea de buscarlo; sabía que dejaría un tanto confundido al menor, pero confiaba en que el no s iría. Comencé a caminar un poco más rápido observando a los alrededores, todo era belleza natural digna de admirar, el lugar estaba rodeado de árboles, hasta que topé en un lugar en especial, un pequeño lago donde las personas podíamos cruzar gracias a un pequeño puente que había. En ese lago había conocido a Min Ki. Comencé a caminar un poco más lento empezando a perderme entre mis pensamientos y recuerdos, como muchas veces solía hacerlo.

Aún recordaba como había tenido la fortuna de conocer a Min Ki, había sido aquí mismo pero por la noche, realmente yo no sabía que hacía él aquella noche, tal vez pasear, lo mismo que yo hacía, la diferencia es que a mí las personas no se me acercaban con intenciones de golpearme o si quiera molestarme. Aquella noche en que le había conocido, el estaba siendo molestado, lo que más odiaba en este putrefacto mundo era que las personas se dieran pie a molestar a personas prácticamente indefensas, aquella noche yo me encontraba caminando por aquí, justo como lo hacía ahora.

flashback
Caminaba tranquilamente como si fuera un humano más en la ciudad, paseaba por un parque que como siempre no sabía cómo había llegado ahí, pero lo había hecho, cada vez me adentraba más embelesado con la naturaleza del lugar. Hasta que escuché un pequeño quejido que mi mente ignoró tan pronto como lo escuchó, pero mis pensamientos al observar con detalle la naturaleza del lugar, me fueron interrumpidos por esos quejidos de dolor incesantes, ¿Qué clase de cosa estaría pasando al voltear en ese pequeño camino? Era curioso, no me iba a quedar con la curiosidad; caminé un poco más dejando atrás la admiración hacía la naturaleza, cada vez los quejidos se escuchaban más cerca,  así que cada vez aceleraba mi caminar, caminé un poco más girando la mirada hacia todos lados para encontrar el problema que debía estar sucediendo, caminé hasta que encontré a un grupo de chicos, menores que o cabe resaltar, ya que al verles el rostro lo podía saber, se notaba.

Eran tres en total, acechando a ¿una chica?, entrecerré mis ojos para observar mejor y no, no era una chica y lo afirmé al escuchar como uno de los agresores le gritaba al joven que se encontraba acorralado, le gritaba que por que parecía una chica, vaya idiota que no se podía dar cuenta que uno no nace como quiere, la vida debería dar un golpe duro a personas como esas, caminé un poco más tratando de pasar todo de largo, pero me detuve en medio de los tres chicos tomando a dos por los hombros, sobre el que parecía ser un uniforme –Hola– saludé simplemente dejando confundido a los cuatro chicos, giré mi vista al chico que acorralaba al otro que parecía prácticamente una chica. –Tú, te he escuchado ¿crees que uno escoge como nacer? ¡Piérdete! – grité al tipo que había soltado al alto de piel blanca, pero lo hizo para acercarse a mi alzando su cabeza con un toque de superioridad  “¿Quién eres tú, que haces aquí?¿es tu novia acaso?”  Preguntó burlonamente el chico agresor señalando al de tez blanca, me empezaba a cabrear.

Tomé al chico por el cuello de su camisa, alzándolo un poco para dejarlo contra la pared, el pequeño empezaba a toser mientras los otros dos me observaban con cara de susto, tanto que salieron corriendo, al momento en que les miré de reojo. Después volví a ocupara mi vista en el agresor – escucha bien pequeño – sonreí de medio lado –te voy a soltar, vas a pedir disculpas a ese chico – dije refiriéndome al otro joven –y te irás a casa, ¿entiendes? – el chico asintió con la poca fuerza que le quedaba y le solté, provocando que cayera al suelo y se pusiera de pie para huir corriendo del lugar. Me giré a observar al único chico que quedaba, quien estaba sentado en el suelo, me acerqué y le extendí una mano para que se pusiera de pie.

Desde aquel día, de alguna manera había seguido contactándome con Min Ki y días después de ese, había prometido protegerle, a todo costa; de lo que fuera y así lo haría, hasta que él se cansara de mi. Caminé aún más ya faltaba poco para llegar al lugar, al lugar donde estaba el pequeño regalo para Min Ki ¿un regalo? Si, realmente no tenía ningún motivo para regarle algo, pero yo quería hacerlo, caminé agachando un poco mi cabeza para entrar a la pequeña tienda saludando con un simple “buenas tardes” me acerqué a la señora que estaba ahí, quien me reconoció al instante y corrió por aquel pequeño animal.

Con el can entre mis brazos  salí de la tienda agradeciendo a la señora  y con una sonrisa que no había quitado, caminé más rápido para llegar con Min Ki. Una vez que llegué a donde había dejado a mi pequeño novio, me senté en el césped nuevamente y deje al  can cerca del menor – regalo de mi para ti – dije con una gran sonrisa, como si no fuera obvio ya –ponle un nombre, el que desees , a él le gustará – reí levemente viendo como el can jugaba con una de mis dedos, mordisqueándolo. ¿Cómo se enamoraba un incubo? Tampoco sabía cómo había pasado, pero después de todo había pasado, desde aquel momento en que decidí protegerle, después de tiempo de protegerle, el incubo había terminado enamorado.

Me había despertado por demás alegre, con una amplia sonrisa en mi rostro de una forma que sólo aquella persona... que solo él podía lograr en mi desde que había llegado a Brujas. Ya los días pasaban rápidamente uno tras otro desde el momento en que había entrado en mi vida, me costó mucho entender el sentimiento que comenzaba a albergar en mi interior, todo había pasado demasiado deprisa y recordaba aquel momento como si hubiera sido tan solo unos días antes. En ese momento pasado aún no entendía lo que sucedía a mi alrededor, no entendía el motivo de aquellas burlas, de los golpes que de un momento a otro aquellas personas proporcionaban en mi cuerpo, ni el por qué de su actitud ¿Parecía una chica? ¿Cúal era el problema de aquello? Realmente no lo entendía y aún hoy mismo me lo sigo preguntando, solo puedo recordar las burlas y los golpes, y como estos realmente causaban un profundo dolor en mí, algo que nunca había sentido antes en mi vida celestial, pero de lo que suponía debería acostumbrarme con este cuerpo humano el cual era ahora mi propia vida, así como también puedo recordarlo a él, esa persona que se acercó hacia el rincón donde me encontraba atrapado, ayudandome a liberarme de mis opresores haciendo que se disculparan. Su figura, sus palabras, la calidez de su mano al tomar la mía, aquellos ojos marrones que miraban hacia mi, su dulce voz o al menos lo que era para mí en ese momento, cada una de esas cosas estaban grabadas en mi mente como si fueran con fuego sin poder ser removidas de allí, lo único que deseaba en ese momento era volver a ver a esa persona, poder conocerle más y mostrarle mi agradecimiento, el más profundo que sentía junto con otras cosas que por el momento no entendía pero que sabía comenzaban a suceder dentro de mí. Lo que nunca imaginé fue que al pasar el tiempo podría realmente conocerle, tanto hasta llegar al punto de enamorarme, de sentir que era la persona más importante para mí, más aún que mi Padre, sentía en esos momentos que todo lo que hiciera sería para poder estar siempre a su lado sin importar si nunca pudiera volver a mi hogar en el cielo, mientras estuviera a su lado todo aquello no importaría.

Ahora me hallaba ya despierto y listo para salir con mi Hyung luego de rememorar ese tiempo pasado. Me encontré con a él en ese hermoso parque al cual ya había ido algunas veces en mis escapadas secretas.. aunque no tan secretas, por la ciudad. Tomaba su mano sintiendo nuestros dedos entrelazados, no me cansaba de observarle mientras una tierna sonrisa se implantaba en mi rostro al verle dejando que mis pasos fueran guiados por los del mayor hacia donde quisiese sin queja alguna de esto – ¿Eh? Claro hyung… Pero no te irás a tardar mucho ¿no es así? – lo miré comenzando a abultar mis labios en un pequeño y tierno puchero dejando sobresalir mi labio inferior por sobre el superior mirandole mientras se iba de su lado dejandome allí sentado en el verde cesped, observando el cielo ensimismado nuevamente en los recuerdos pasados en todo ese tiempo que había pasado a su lado, sin poder olvidar detalle alguno. –Hyung… ven pronto… – comencé a observar mi alrededor en busca de la figura de mi novio sin resultado alguno. Un suspiro salió de mis labios nuevamente abultados flexionando las piernas llevandolas hacia mi pecho pasando los brazos alrededor de estas, coloqué mi mentón sobre ellas ladeando leve la cabeza para recostarla en la espera del mayor.

Ya tenía los ojos cerrados cuando siento una presencia a mi lado, abro los ojos levantandome rápidamente para observar a mi novio con algo en sus brazos. Mis ojos se abrieron ampliamente mientras mi sonrisa se ensanchaba de par en par –Un… un… ¡Perrito! – lo tomé entre mis brazos sintiendo como lamia mis mejillas con su pequeña lenguita –Hyung.. ¿realmente es para mi? ¡Es hermoso! – sonrio aún más amplio mientras recuesto el cuerpo sobre el cesped levantando al perrito en los aires mirando su carita para luego bajarlo y llenarle de besos en todo su rostro –Mmm... te llamarás… Ryu –reí ante aquel nombre, realmente era malo para esas cosas y fue lo primero que había surcado mi mente – Hyung ¿puedo llevarlo a la mansión conmigo? ¡Es muy bonito! ¿Hay una razón especial para el regalo? Buu.. ¡Será como nuestro hijito! –hablaba rápidamente emocionado sin dejar tiempo a que el mayor respondiera a mis preguntas, acercandome a él dejando al perrito en mis piernas para pasar ambos brazos por su cuello y abrazarle con fuerza amaba encontrarme entre sus brazos, la manera en que estos rodeaban mi cuerpo como si estuvieran hechos como un complemento perfecto, realmente aquellas sensaciones eran únicas y no deseaba nunca dejar de sentirlas. –Hyung...Te amu~...–