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Título de trama
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Espacio libre
[Privado|Caliel] The sweet Angel and the girl of the night Miér Ago 06, 2014 9:22 amJulia V.[Akasha]
Lelahel
Sarafan Celestial
P.B :
JaeJoong
Sexo :
Localización :
La casa de los Cuervos
Mensajes :
733
Fecha de inscripción :
11/01/2013
Humor :
Cambiante, normalmente neutro
We meet before?
Esa sensación de conocer a alguien... aunque sea la primera vez que lo ves...
La tarde iba cayendo, y con ella, el aire se tornaba más fresco, delicioso. Lelahel se encontraba sentado en lo más alto del atalaya, con las piernas colgando al vacío, y mientras se encontraba en ese lugar, admiraba toda la ciudad que tanto amaba. Llevaba ya mucho tiempo allí, en Brujas, como para saber el nombre de cada calle, la hora en que las luces se encendían y sobre todo, que nada era lo que parecía. Sus ojos se cerraron cuando una fuerte corriente de viento sopló sobre su rostro, moviendo su rubia cabellera, a lo que solo ladeó el rostro, apoyándolo sobre un hombro.
En esos momentos se preguntaba, como en sus ratos de soledad en la capilla subterránea, sobre el paradero de Raziel. El ángel se había perdido hacía ya mucho tiempo, y no podía negar que le extrañaba demasiado, a veces era el único con el que podía hablar, ya que ambos tenían vivencias parecidas en el mundo humano… con la clara excepción de los nephilim, y los cazadores. ¿Cuántos hijos habían dejado Raziel? ¿Cuántos cazadores existirían en la actualidad? La verdad era que se mantenía al margen de aquellos detalles, aunque de vez en cuando no podía evitar la duda, la curiosidad.
El cielo ya empezaba a pintar de naranja, los colores que el sol dejaba al irse ocultando, y pronto las luces de la calle bajo sus pies comenzaron a encenderse. Se estiró y luego se recostó sobre el tejado del atalaya, mirando el cielo que pronto también comenzó a encender sus estrellas, era una buena noche de primavera, el cielo despejado y aunque el aire estaba fresco, aun se podía sentir el calor. ¿Dónde estaba Moon? La extrañaba mucho, sobre todo porque esos momentos a su lado siempre tomaban otro valor, uno más espiritual y natural.
Pensó en ir a verla pronto, quería abrazarla.
En un momento desapareció, bajando hasta el callejón tras el edificio, y caminando con paso tranquilo, las manos en los bolsillos y una suave sonrisa en el rostro. Era un buen día, y aunque casi estaba llegando a su fin, la verdad era que siempre disfrutaba más del ocaso hasta la medianoche, más que las horas diurnas.
En esos momentos se preguntaba, como en sus ratos de soledad en la capilla subterránea, sobre el paradero de Raziel. El ángel se había perdido hacía ya mucho tiempo, y no podía negar que le extrañaba demasiado, a veces era el único con el que podía hablar, ya que ambos tenían vivencias parecidas en el mundo humano… con la clara excepción de los nephilim, y los cazadores. ¿Cuántos hijos habían dejado Raziel? ¿Cuántos cazadores existirían en la actualidad? La verdad era que se mantenía al margen de aquellos detalles, aunque de vez en cuando no podía evitar la duda, la curiosidad.
El cielo ya empezaba a pintar de naranja, los colores que el sol dejaba al irse ocultando, y pronto las luces de la calle bajo sus pies comenzaron a encenderse. Se estiró y luego se recostó sobre el tejado del atalaya, mirando el cielo que pronto también comenzó a encender sus estrellas, era una buena noche de primavera, el cielo despejado y aunque el aire estaba fresco, aun se podía sentir el calor. ¿Dónde estaba Moon? La extrañaba mucho, sobre todo porque esos momentos a su lado siempre tomaban otro valor, uno más espiritual y natural.
Pensó en ir a verla pronto, quería abrazarla.
En un momento desapareció, bajando hasta el callejón tras el edificio, y caminando con paso tranquilo, las manos en los bolsillos y una suave sonrisa en el rostro. Era un buen día, y aunque casi estaba llegando a su fin, la verdad era que siempre disfrutaba más del ocaso hasta la medianoche, más que las horas diurnas.
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MinJun
-Era cierto que estaba acostumbrado a estar solo, desde que David le había dejado para ser un hermano silencioso pero esto era absurdo. No había conocido a casi nadie en ese pueblo, desde que había llegado. Eran pocas las personas con las que había podido tener contacto y por si fuera poco al parecer no había ni un solo cazador mas, aparte de el en el lugar. Es verdad que desde hacia mucho tiempo que se había hecho una nueva identidad pero era para protegerse a si mismo de todos los peligros que le asomaban. Tenia una nueva imagen, dejando a Jonathan en el pasado y dándole paso a esta nueva identidad, a un nuevo rostro y por si fuera poco a una apariencia mas joven, cualquiera que le viera ni siquiera creeria que tenia siglos y siglos con vida. Ese pensamiento le hizo sonreír.
Miro hacia el cielo justo en el momento en el que una ráfaga de aire soplo revolviendo le el cabello, cerro los ojos dejando que esa brisa le bañara el rostro. Rió cuando el viento deja de soplar, devolviendo lo a la realidad, a la solitaria calle por donde pasaba dispuesto a ir a algún lugar para despejarse. Donde la soledad que invadía a ese pueblo no lo envolviera como hasta esos días lo estaba haciendo. Coloco la capucha que su gabardina traía para ocultar su rostro de los últimos rastros del sol que se podían observar a los lejos.
Tenia que admitir que aunque era solitaria, Brujas era muy bella. Con todo su estilo colonial y conservador. Casi le recordaba a la época en la que era un calmado e ignorante mundi. Las luces de velas y la escasa electricidad le hacían viajar en el tiempo, cuando la tecnología no le quitaba la belleza a las cosas, por que desde su perspectiva esa era su única labor. Que avances y mejoras. Puras patrañas. El mundo de ahora era solo un mundo materialista y estúpido. Dependiente de esa abominación que los mismos mundis habían creado para hacer su vida mas "fácil".
Sus cavilaciones fueron de pronto interrumpidas por una presencia que de la nada apareció. Se sentía sumamente cerca pero no invasiva, mas bien se sentía cansada al igual que el se sentía. El encontrar una presencia así despertó su curiosidad, ya que, era raro que algo así pase. Cubriendo bien su rostro y su propia presencia se comenzó a acercar de forma sigilosa hacia el lugar por donde esta se encontraba. Coloco una mano en su cintura por precaución tomando el mango invisible de una espada.
Caminó hasta un callejón y con precaución justo en el momento en el que la presencia estaba por salir. Saco la espada de su funda haciéndola visible y colocando la a la altura del cuello del chico originario de la presencia- Quieto ahí -dijo con la voz arrastrada y llena de precaución- Quien eres? -dijo mirando al chico reconociendo poco a poco la presencia tan característica de los ángeles, pero negándose a bajar la espada hasta recibir una respuesta, sintiéndose seguro ya que la capucha de su abrigo cubría por completo su identidad-
Miro hacia el cielo justo en el momento en el que una ráfaga de aire soplo revolviendo le el cabello, cerro los ojos dejando que esa brisa le bañara el rostro. Rió cuando el viento deja de soplar, devolviendo lo a la realidad, a la solitaria calle por donde pasaba dispuesto a ir a algún lugar para despejarse. Donde la soledad que invadía a ese pueblo no lo envolviera como hasta esos días lo estaba haciendo. Coloco la capucha que su gabardina traía para ocultar su rostro de los últimos rastros del sol que se podían observar a los lejos.
Tenia que admitir que aunque era solitaria, Brujas era muy bella. Con todo su estilo colonial y conservador. Casi le recordaba a la época en la que era un calmado e ignorante mundi. Las luces de velas y la escasa electricidad le hacían viajar en el tiempo, cuando la tecnología no le quitaba la belleza a las cosas, por que desde su perspectiva esa era su única labor. Que avances y mejoras. Puras patrañas. El mundo de ahora era solo un mundo materialista y estúpido. Dependiente de esa abominación que los mismos mundis habían creado para hacer su vida mas "fácil".
Sus cavilaciones fueron de pronto interrumpidas por una presencia que de la nada apareció. Se sentía sumamente cerca pero no invasiva, mas bien se sentía cansada al igual que el se sentía. El encontrar una presencia así despertó su curiosidad, ya que, era raro que algo así pase. Cubriendo bien su rostro y su propia presencia se comenzó a acercar de forma sigilosa hacia el lugar por donde esta se encontraba. Coloco una mano en su cintura por precaución tomando el mango invisible de una espada.
Caminó hasta un callejón y con precaución justo en el momento en el que la presencia estaba por salir. Saco la espada de su funda haciéndola visible y colocando la a la altura del cuello del chico originario de la presencia- Quieto ahí -dijo con la voz arrastrada y llena de precaución- Quien eres? -dijo mirando al chico reconociendo poco a poco la presencia tan característica de los ángeles, pero negándose a bajar la espada hasta recibir una respuesta, sintiéndose seguro ya que la capucha de su abrigo cubría por completo su identidad-
- vestimenta:
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Lelahel
Sarafan Celestial
P.B :
JaeJoong
Sexo :
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11/01/2013
Humor :
Cambiante, normalmente neutro
Si bien Lelahel no era alguien confiado, si podía ser alguien distraído, como ese día, al aparecerse en un callejón y salir sin más como si nada sucediese. Era casi todo lo contrario al día que se encontró con la bella y adorable Minha, donde había sido precavido y se había mostrado preocupado por la seguridad de tan bella jovencita. Era parte de él, como un reflejo de sus miles de años, cuando el cuidar de sí mismo pasaba a un segundo plano de forma inconsciente.
La calle estaba llena de gente, se podía ver no muy lejos del callejón, el atalaya siempre era punto de reunión para todos los que tenían citas o simplemente gustaban de pasear antes de volver a casa, o como el, criaturas que deseaban solo desprenderse de sus labores y preocupaciones diarias para respirar aire de libertad por un momento. Sin embargo, todo descuido tiene su precio, y aunque él lo sabía, con la aparente calma que se vivía en la ciudad, tenía que sucederle.
El frio de la espada contra su nuca, hizo que su cuerpo humano se llenara de escalofríos, sus ojos se cerraron un momento y se quedó quieto, mirando al frente, a la calle llena de gente – extraña forma de saludar – susurró, con las manos a los costados, tranquilo, pues aunque le estaban amenazando, la verdad era que no tenía miedo – si me atacas, supongo que tienes una idea, o media idea al menos – con tranquilidad se volvió a verlo, sus ojos se tornaron de ese azul que caracterizaba a su raza cuando revelaban su divinidad. Una sonrisa se formó en sus labios al notar que aquel atacante era un apuesto joven con algo familiar en él.
La sangre de Raziel.
Hacia tanto tiempo que no veía a uno de ellos que pensaba estaban extintos, la añoranza por el hermano alado casi provocó que le abrazara, pero se mantuvo quieto, examinándolo.
- Eres una especie en extinción, lo sabes, ¿cierto? – una suave sonrisa se dibujó en sus labios al decir esto, Raziel les apreciaba lo suficiente para haberles dado su sangre, y el poder que de ello se derivó, era algo que era digno de presenciar.
La calle estaba llena de gente, se podía ver no muy lejos del callejón, el atalaya siempre era punto de reunión para todos los que tenían citas o simplemente gustaban de pasear antes de volver a casa, o como el, criaturas que deseaban solo desprenderse de sus labores y preocupaciones diarias para respirar aire de libertad por un momento. Sin embargo, todo descuido tiene su precio, y aunque él lo sabía, con la aparente calma que se vivía en la ciudad, tenía que sucederle.
El frio de la espada contra su nuca, hizo que su cuerpo humano se llenara de escalofríos, sus ojos se cerraron un momento y se quedó quieto, mirando al frente, a la calle llena de gente – extraña forma de saludar – susurró, con las manos a los costados, tranquilo, pues aunque le estaban amenazando, la verdad era que no tenía miedo – si me atacas, supongo que tienes una idea, o media idea al menos – con tranquilidad se volvió a verlo, sus ojos se tornaron de ese azul que caracterizaba a su raza cuando revelaban su divinidad. Una sonrisa se formó en sus labios al notar que aquel atacante era un apuesto joven con algo familiar en él.
La sangre de Raziel.
Hacia tanto tiempo que no veía a uno de ellos que pensaba estaban extintos, la añoranza por el hermano alado casi provocó que le abrazara, pero se mantuvo quieto, examinándolo.
- Eres una especie en extinción, lo sabes, ¿cierto? – una suave sonrisa se dibujó en sus labios al decir esto, Raziel les apreciaba lo suficiente para haberles dado su sangre, y el poder que de ello se derivó, era algo que era digno de presenciar.
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