Los tejados de las casas se bañaban con los suaves rayos de la luna a través de las nubes, dándole aspecto relajado y al mismo tiempo antiguo a las calles de brujas. Los vientos, agitaban su ahora corto cabello, de diferente color. Había pasado bastante tiempo desde que ella había llegado a aquel lugar; un fuerte dolor de cabeza le invadía cada que intentaba viajar al pasado. A pasos tranquilos, y entre las sobras, su fiel amigo que desde su creación había estado con ella, jurándole fidelidad y ayudando a fortalecer cada vez más ese lazo del que nadie sería capaz de romper. Era tarde por la noche, hora de que ella pudiese con libertad pulular entre las sombras tarareando una canción. Sin embargo, en aquella ocasión no vestía aquel largo vestido blanco que la caracterizaba como la luna, sino un estilo más relajado y casual. La verdad ella no quería llamar la atención.

Moon:

Estiró sus brazos y partes de sus hombros, dibujando en sus labios la usual y tierna sonrisa de niña que toda la vida había tenido. Por alguna extraña razón sentía el llamado a un lugar en especial. Mantuvo su andar y continuó saltando por los tejados y algunos tejados para no llamar la atención.- Moon…- Susurró Nocte, su lobo acompañante que cuidaba de ella.-Nocte…- Susurró entre pequeñas risas, mirando como esa inmensa negrura se paseaba en sus manos hasta desaparecer como parte de un tatuaje que llevaba en su espalda. Toda ella, en cómo se formó y  aquella marca en su espalda tenía una larga historia que contar. De los callejones, salió sin problema alguna, combinándose como cualquier otro civil de la ciudad; ningún bar nocturno llamaba su atención en lo absoluto. Respiró profundamente y lo soltó de golpe, hasta poder admirar uno que había llamado su especial atención.

Moon era bailarina, además de cantante, sus instintos le llevaban a lugares donde ella pudiese admirar talentos como los de ella, no había ni mejores ni peores porque todos tenemos talentos que sólo nosotros tenemos el derecho de saber cómo manejar. Peinó sus cabellos con las yemas de sus dedos hasta entrar y localizarse en una mesa. Por esa noche, empezaría con algo suave como un vino rosa, el espectáculo no parecía estar tan mal después de todo. Aplaudió a cada uno, maravillada en lo que los humanos en sin podrían hacer, hasta que finalmente una esencia había llamado su atención. No se tendría porque exaltar pero… Le era tan familiar.

Elevó su mirar hacia delante, posándose en un joven mucho menor que ella con habilidades en el baile extraordinarias. Se le hacía cada vez más conocido, pero ella no tenía la menor idea de donde pudo haberlo visto, entrecerró su mirada y bebió otro sorbo de su vino con cuidado. Esperaría a que terminara…Quizás podrían entablar una interesante conversación, empezando con la mirada.